El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que las protestas estudiantiles en Argentina eran previsibles porque es consecuencia de una política neoliberal que apuesta por privatizar todo sin considerar que la educación es un derecho, no un privilegio.
“Son concepciones distintas. Lo que se está llevando a cabo en Argentina ya se llevó a cabo en Chile, en México, la mal llamada reforma educativa llevaba ese propósito”.
Durante su conferencia dijo que esto no es algo maniqueo, sino entender que son dos corrientes de pensamiento porque ellos “piensan que nada más el gobierno tiene que estar al servicio de una minoría para que pueda acumular capital sin importarles el pueblo, así de injusto e inhumano, no quieren al pueblo. Son clasistas, racistas y muy hipócritas porque van a la iglesia los domingos. Y confiesan y comulgan para dejar el marcador en cero el domingo y volver a pecar.
Si bien dijo que no quería involucrarse mucho en ese tema, señaló que en la visión neoliberal “el fin justifica los medios. No quiere decir que ellos no sientan una gran satisfacción de andar en sus yates, aviones privados, en sus mansiones”.
“No somos el problema, somos la solución”, “Luchamos por una educación que nos enseñe a pensar, no una educación que nos enseñe a obedecer”, fueron algunas de las consignas escritas a manos en cartones por decenas de miles de jóvenes protagonistas de una histórica e imponente marcha, la mayor en esta capital, donde se calcula más la participación de 700 mil, movilizando más de un millón y medio en todo el país, en rechazo a la vulneración de los derechos constitucionales y la desfinanciación de la universidad y la educación pública, además del ajuste ya intolerable para el pueblo, que aplica el gobierno del ultraderechista presidente, Javier Milei.
Desde media mañana comenzaron las movilizaciones, cuando llegaban desde el Gran Buenos Aires y la provincia los trenes llenos de jóvenes que pronto fueron multitudes en las estaciones de trenes, como la más populares de Constitución y Plaza Once, y que volvieron inútil la presencia de decenas de policías y equipos para la represión, imposibilitados de actuar.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no pudo mantener el protocolo antipiquetes y tuvo que retirar todo lo que preparó para una represión dura; de nada sirvieron sus amenazas, ante lo que una mayoría de analistas consideran que lo que sucedió fue un verdadero plebiscito incluso por la diversidad de organismos y partidos políticos que acompañaron a los estudiantes.
Todo fue expuesto en esta marcha pacífica pero contundente, no sólo por lo que sucede en las universidades, cuya lucha comenzó con las clases públicas, que conmovieron a diversos sectores de la sociedad, sino que fueron expuestas las medidas del gobierno condenando a la desesperación, la marginación y el hambre a 60 por ciento de la población, mientras entrega el país a potencias extranjeras.
Fue una respuesta incluso a lo anunciado antenoche por Milei, que se jactó de haber logrado la mayor recuperación del déficit fiscal, la más importante de “todo el Occidente”, y calificando como “patriotas” a los autores de las medidas, que desregularon todo destruyendo lo construido democráticamente a lo largo de la convulsa historia nacional e intentando desaparecer a uno de los mayores símbolos de la inserción de Argentina en el mundo, la educación.
La marcha fue de decenas de miles de jóvenes, acompañados por organismos de derechos humanos encabezados por las Madres de Plaza de Mayo, la Confederación General del Trabajo, las Centrales de Trabajadores argentinos y más movimientos sociales, partidos políticos, como el peronismo, los sectores más importantes de la Unión Cívica Radical, socialistas y partidos de izquierda radicalizados. Fueron superadas todas las expectativas, como una respuesta más a lo que sucedió con los cacerolazos en muchos barrios, en protesta anoche por los anuncios de Milei.
Taty Almeyda, en representación de las Madres de Plaza de Mayo, abrió el acto. Fue largamente aplaudida por la multitud que dejó oír una frase que no se escuchaba en estos tiempos y es muy importante: “Madres de la Plaza (de mayo), el pueblo las abraza”, también como desafío ante un gobierno que intenta terminar con los organismos de derechos humanos.
La vicepresidenta Victoria Villarruel, que defiende lo actuado por la pasada dictadura militar (1976-1983), solicitó se investiguen las indemnizaciones que entregó el Estado durante los gobiernos de Néstor Kichner y Cristina Fernández de Kirchner a familiares de desaparecidos, convalidado por el Congreso en su momento.
La marcha fue considerada como un “hito histórico” ante la intención del gobierno no sólo de acabar con las universidades y escuelas públicas, “sino también con todos los organismos e instituciones de la ciencia y la cultura aquí y en todo el país, y hambrear al pueblo. “La educación nos salva y nos hace libres”, fue una de las consignas más escuchadas.
En el cierre del acto, una dirigente de la Federación Universitaria Argentina leyó el documento consensuado por los rectores nacionales, bajo el título de “Universidad Pública base de la Democracia y el Desarrollo social”, en el que se refieren al momento crítico por el que se atraviesa, agradeciendo “las manifestaciones de la sociedad en apoyo del sistema universitario público”.
“La educación no se vende, se defiende” o “Los lápices nunca van a dejar de escribir”, “Sin educación no hay futuro”, “Sin presupuesto no hay educación”, forman parte de la creatividad con que todo transcurrió.
Agregaron los rectores que “es indispensable que se mejore de manera urgente la situación de las jubiladas y jubilados que atraviesan otro período de pérdida salarial, y que se restituya inmediatamente los organismos de defensa de los fondos educativos para toda la docencia”.
Rechazaron “la política de ajuste y disciplinamiento. La comunidad universitaria se organiza, resiste y se solidariza con todos los sectores que hoy atraviesan una situación similar o peor por afrontar despidos masivos recordando que creemos en la capacidad igualadora de la educación pública y gratuita, en el poder transformador de la Universidad como formidable herramienta de movilidad social ascendente”.
Defendieron “la producción científica (…) los problemas se resuelven con más educación y universidad pública, con más inversión en ciencia y tecnología. Queremos que nuestras instituciones sean el dispositivo que le permitan a Argentina desandar las desigualdades estructurales y emprender la senda del desarrollo y la soberanía”.
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