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Recuerda AMLO su discurso histórico sobre el desafuero

Recuerda AMLO su discurso histórico sobre el desafuero
Recuerda AMLO su discurso histórico sobre el desafuero

Al concluir su conferencia matutina en Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador solicitó retransmitir su discurso en la Cámara de Diputados durante su proceso de desafuero, en 2005, a fin de recordar a la población “desde cuándo estamos en esto”.

Señaló que ayer se cumplieron 17 años del hecho, y destacó que es importante recodar a los ciudadanos, en particular a los más jóvenes, porque “los que van a votar ahora el domingo (para la consulta de revocación de mandato), si es que encuentran su casilla, tenían un año, cuando este suceso”.

Explicó que el entonces presidente Vicente Fox “llama al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Mariano Azuela), y a todos los ministros y comienza un proceso de desafuero y me desaforaron, porque se aliaron el PRI y el PAN, se pusieron de acuerdo”.

Sin embargo, puntualizó: “¿quién me sacó a flote? El pueblo, que es mucha pieza como siempre”. Y agregó que su trabajo también es concientizar y orientar. De pie, frente al atril que usa cada mañana, el Presidente escuchó atento el discurso que pronunció hace 17 años en San Lázaro, en el que señala como responsables a quienes representan a los intereses creados que se oponían a la transformación del país.

Claudia Sheinbaum, siempre al lado del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Claudia Sheinbaum Pardo, siempre al lado del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

El histórico discurso de López Obrador sobre su desafuero

“…. Van a tener que desaforar al licenciado Vega Memije, porque violó el reglamento.

Ciudadanas y ciudadanos.

Diputadas y diputados.

Pueblo de México.

Comparezco con dignidad ante este tribunal por el juicio de desafuero en mi contra. Muy poco voy a argumentar en términos jurídicos sobre la falsedad de este juicio.

Tengo la certeza absoluta de que no se me juzga por violar la ley, sino por mi manera de pensar y actuar y por lo que pueda representar, junto con otros mexicanos, para el futuro de nuestra patria.

Quienes me difaman, calumnian y acusan son los que se creen amos y señores de México, son los que en verdad dominan y mandan en las cúpulas del PRI y del PAN; son los que manejan el truco de llamar populismo o paternalismo a lo poco que se destina en beneficio de las mayorías, pero nombran fomento o rescate a lo mucho que se entrega a las minorías rapaces.

Son ellos los que tienen mucho miedo a que el pueblo opte por un cambio verdadero, y ese miedo cobarde de perder privilegios los lleva a tratar de aplastar a cualquiera que atente contra sus intereses y proponga una patria para todos y una patria para el humillado.

Por eso utilizan al ciudadano presidente, a quien encumbraron para seguirse devorando al país y a quien lanzan en mi contra para impedir que avance el movimiento de trasformación nacional capaz de crear una nueva legalidad, una nueva economía, una nueva política, una nueva convivencia social, con menos desigualdad, con más justicia y dignidad.

Un empresario me contó que el 10 de junio del año pasado, en una reunión en casa de Rómulo O´Farril, ese grupo compacto de intereses creados le dijo al ciudadano presidente, palabras más palabras menos: ‘Nos has quedado mal, no has podido llevar a cabo las privatizaciones y la reforma fiscal. Pero eso ya no es lo que nos importa, ahora lo único que te pedimos es que por ningún motivo permitas que ese populista de Andrés Manuel llegue a la Presidencia’.

Tal vez a partir de entonces, tal vez a partir de entonces o de una lectura febril de las encuestas, al presidente de la República se le volvió una obsesión hacer campaña en mi contra. Esto es lo que explica este desafuero tramado desde Los Pinos.

Por eso, con seguridad y firmeza, desde esta tribuna, aunque no sea la máxima tribuna, acuso al ciudadano presidente de la República, Vicente Fox Quesada, de estos procedimientos deshonrosos para para nuestra incipiente democracia. Lo acuso de actuar de manera facciosa, con el propósito de degradar las instituciones de la República.

Acuso también, por complicidad, al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela Güitrón, por supeditar los altos principios de la justicia y de la Constitución a las meras consignas políticas ordenadas por los intereses creados del momento.

Claro está, y aquí lo hemos escuchado, que quienes me acusan traten de justificar su actuación hablando en nombre de la ley e invocando el Estado de derecho. Así ha sucedido siempre. Todo acto autoritario suele encubrirse en un discurso de aparente devoción por la legalidad. Lo cierto es que estos personajes no sólo están envileciendo a las instituciones, sino haciendo el ridículo.

Ahora resulta que, en el país de la impunidad, en el país del Fobaproa, de los Amigos de Fox, del Pemexgate y otros latrocinios cometidos, permitidos o solapados por los que ahora me acusan y juzgan, a mí me van a desaforar, me van a encarcelar y me van a despojar de mis derechos políticos por haber intentado abrir una calle para comunicar un hospital. Repito, por intentar abrir una calle para comunicar un hospital.

Ahora resulta que los defensores del derecho supremo, del privilegio, han convertido en un grave delito una supuesta infracción jurídica que amerita despojarme del cargo que legal y legítimamente me fue otorgado por los ciudadanos del Distrito Federal.

¿Ese es el Estado de derecho que pregonan? ¿Cuál Estado de derecho puede haber, si en México los encargados de impartir justicia, en vez de proteger al débil, sólo sirven para legalizar los despojos que comete el fuere?

También estoy orgulloso de ser acusado por quienes engañaron al pueblo de México, por quienes ofrecieron un cambio y mintieron, por quienes se aliaron a los personajes más siniestros de la vida pública del pasado, como Carlos Salinas de Gortari, y mantienen la misma política de siempre, esa donde todos los intereses cuentan, menos el interés del pueblo.

Pero no hay mal que por bien no venga. Hacía falta conocer a fondo a los santurrones, a los intolerantes, a los que hipócritamente hablaban de buenas consciencias y del bien común. Hacía falta que esas personas se exhibieran sin tapujos, con toda su torpeza, frivolidad, desparpajo, codicia y mala fe para saber con claridad a qué atenernos.

Por último, diputadas y diputados, con sinceridad les digo que no espero de ustedes una votación mayoritaria en contra del desafuero. No soy ingenuo. Ustedes ya recibieron la orden de los jefes de sus partidos y van a actuar por consigna, aunque se hagan llamar representantes populares. Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia. ¡Viva la dignidad! ¡Viva México!

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