El expresidente Felipe Calderón Hinojosa “avienta la papa caliente”, ya que aseguró que la refinería que nunca construyó y terminó en una barda, no fue un proyecto fallido de su administración, sino de su sucesor, Enrique Peña Nieto.
En una más de sus entrevistas a modo, en esta ocasión con Adela Micha, Calderón Hinojosa defendió su sangrienta gestión y afirmó que la refinería estaba programada para construirse en ocho años. Según su versión, su administración dejó lista la ingeniería básica y el terreno preparado, pero el gobierno priista decidió no continuar con el proyecto.
“Fue la decisión del presidente Peña de que no se construyera. Está bien, la respeto, pero lo que a mí tocaba iba de acuerdo a lo programado”, dijo el exmandatario.
¿Solo una barda? Calderón defiende su legado
A pesar de que el fracaso de la refinería en Atitalaquia, Hidalgo, ha sido objeto de críticas, Calderón Hinojosa insistió en que su gobierno cumplió con lo planeado hasta 2012. Aseguró que se realizaron estudios, ingeniería y trabajos de preparación del terreno, pero que Peña Nieto simplemente abandonó el proyecto.
Felipe Calderón no dejó pasar la oportunidad y aprovechó para lanzar una crítica a la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, asegurando que el costo se ha triplicado y que aún no refina.
“No refina, no jala y se ha gastado 18 mil millones de pesos. Va a acabar costando el triple de lo que nos dijeron”, sentenció.
Calderón también criticó el uso de combustóleo en la refinería de Tula, acusando al gobierno del ex Presidente Andrés Manuel López Obrador de generar contaminación en la Ciudad de México. Según él, su proyecto en Atitalaquia hubiera servido para reprocesar ese residuo contaminante y producir gasolina limpia.
Finalmente, Felipe Calderón insistió en que su plan era estratégicamente mejor que el de Dos Bocas, pues Atitalaquia está ubicada cerca de los principales centros de consumo de combustible en el país.
“El mercado está en la zona centro, no en el sureste”, subrayó.
A pesar de sus declaraciones, lo cierto es que el proyecto de Atitalaquia, Hidalgo, se quedó en una barda y un terreno vacío, mientras que Dos Bocas, Tabasco, con todo y sobrecostos, sigue siendo el plan insignia de la Cuarta Transformación.
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