Desde que las redes sociales existen, la gente que de por sí era apática para leer, ahora lo es más, porque según se cree; “leen” las noticias en las redes sociales y así “se informan”; sin embargo, solo nos dan una vaga idea de lo que realmente sucede y a veces creemos que lo que vemos publicado ahí, es la verdad absoluta. Nada más lejos de la realidad. Es solo una impresión u opinión de gente que la mayoría ni siquiera está ahí presente. Así que hay que tener mucho cuidado con la lectura de esas publicaciones.
Tal es el caso de la Caravana de Migrantes, por ejemplo. La nota no ha sido esa, sino lo que ha sucedido a su paso. Echando un vistazo, me doy cuenta que la lectura general es: “Que mal agradecidos, les damos frijoles y dicen que es comida de puercos, tiran la ropa y la comida a la basura”.
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Me he atrevido a escribirles, a través de mensajes privados, a mis amigos que han publicado esas cosas que me cuenten un poco más de lo que vieron. El 100 por ciento de ellos no han estado ahí presentes; simplemente han “compartido” una publicación que vieron y que según ellos, les “indignó”.
Y así miles de personas que usan esas redes sociales lo hacen a diario. No saben exactamente por lo que están pasando esos migrantes, ni tampoco los que les han dado apoyo; y mucho menos les interesa saber por lo que han pasado los periodistas para cubrir la nota. Simplemente toman una foto, la medio interpretan y la publican, sin estar conscientes de la gran responsabilidad que significa publicar algo sin pruebas.
UN POCO DE HISTORIA
Esto no es una moda, ha existido desde hace muchos años. Recuerdo que una amiga me trataba de convencer de que firmara una petición para que el penacho de Moctezuma regresará a nuestro país. Y me dijo que estaban pensando en ir a Viena para protestar por el “robo de nuestra historia”. Bueno… casi me dejo llevar por la pasión con que me platicaba.
En aquel entonces, no había redes sociales como ahora; sin embargo, se actuaba de forma similar a como lo hacemos hoy en día; sin investigar, simplemente dejándose llevar por lo que alguien le dijo a alguien.
Eso fue hace más de 20 años… y el penacho sigue ahí. Y ni fue robado –fue un regalo del tlatoani a Hernán Cortés- y nunca más regresará a México, por la sencilla razón de que es muy frágil para transportarlo y la necedad de algunos podría destruirlo, literalmente, durante la transportación.
No sé cuándo desistió mi amiga de hacerlo, dejé de verla y me comunico con ella esporádicamente, pero sí recuerdo que antes de firmar su petición, me puse a investigar –como una comunicadora con ética profesional que soy- sobre el tema. Era imposible. Lo que sí es posible es irlo a visitar al museo de Viena y como mexicano, entrar gratuitamente a verlo. Así que habrá que ahorrar.
RESPONSABILIDAD AL COMPARTIR
Ya hemos hablado en otras oportunidades de la gran responsabilidad de compartir alguna publicación sin antes investigar, tal vez nuestra naturaleza de “querer ayudar” nos obliga a compartir sin antes investigar. Pero, ¿qué pasa cuando la publicación no es un servicio social, sino una “nota del día”?
Da como resultado una generalización poco objetiva. ¿Has escuchado eso de que “mató un perro y ya le llaman mataperros”? Bueno, pues eso pasa cuando compartimos sin saber el trasfondo y ahora estamos viendo a los migrantes como “los mal agradecidos” y otro bando como “los repentinos nacionalistas” que dicen que hay que apoyar mejor a nuestros hermanos de las inundaciones y que “los migrantes se regresen por donde vinieron”.
¿Quiénes somos como sociedad? ¿Qué quieres para los tuyos? ¿Qué aportas tú a esa sociedad que no te gusta? ¿Qué información le metes a tu cerebro y qué haces al respecto? ¿Qué has compartido en las redes que a ti te conste y cómo lo has solucionado? Mirémonos al espejo una vez más y actuemos de forma un poco menos juiciosa y más propositiva.