En el turbulento siglo XXI, el planeta se ve sometido a una presión cada vez mayor para priorizar los esfuerzos sostenibles y acelerar la lucha contra los retos medioambientales que nos acechan. A la cabeza de este reto se erige la urgente transición del parque automovilístico mundial de combustibles fósiles a energía eléctrica. El auto eléctrico resulta muy atractivo y genera optimismo entre ya que podría reducir drásticamente nuestra huella de carbono.
¿Pero es un sector realmente atractivo? Las recientes subidas del precio acción Tesla constituyen un buen indicador del creciente interés que genera la industria automotriz eléctrica y de la confianza que los inversores depositan en ella. Tesla ha sido un actor revolucionario en el sector con una gran influencia sobre sus dinámicas. Este incremento en su valor bursátil puede servir de indicativo para países como México, que apuestan por formas de transporte limpias basadas en energías renovables, así como por los posibles beneficios económicos derivados de estas.
Considerada como una economía emergente acelerada, México presenta un intrigante caso a estudiar dentro de este enorme panorama. La pregunta entonces se plantea: ¿son los vehículos eléctricos realmente la clave para alcanzar las ambiciones ecológicas mexicanas?
El camino de las energías renovables en México
La rápida urbanización y el constante crecimiento industrial hacen que México encare problemas medioambientales preocupantes. El gobierno mexicano se ha propuesto que, para el año 2025, de toda la energía que produce, el 35 % provenga de fuentes renovables. Conciliar este objetivo con una demanda creciente en el transporte requiere respuestas innovadoras y efectivas, y los vehículos eléctricos pueden jugar un papel clave a este respecto.
En México, la industria del automóvil es responsable del 18 % de las emisiones totales de gases invernadero, de acuerdo con los datos del Banco Mundial. De estas, aproximadamente 70 % proviene de automóviles privados de combustibles fósiles. Con un escenario como este, la idea de la implementación de los vehículos eléctricos resulta muy atractiva debido a su mínima huella de carbono durante todo su ciclo vital, y es que emiten un 70 % menos de CO2 que los autos de combustión, siempre y cuando son cargados con energía de procedencia renovable. Este dato puede tener un impacto significativo si se emplea globalmente, pero más aún en países como México.
El potencial del eléctrico: más inversiones e infraestructuras
Las inversiones en el eléctrico suelen conllevar una inversión paralela en infraestructuras energéticas renovables. Recargar estos vehículos exige un suministro eléctrico constante y fiable, que debe ser preferiblemente de fuentes ecológicas. Desde esta perspectiva, el estímulo hacia los autos eléctricos impulsa simultáneamente una transición hacia una generación de energía más verde. Específicamente para México, con su notorio potencial solar y eólico, este cambio podría redundar en un beneficio doble: alcanzar la sostenibilidad del sector energético y del transporte.
El camino no está exento de desafíos. En primer lugar hay que crear una infraestructura de recarga, algo que es especialmente complejo en suburbios y zonas rurales. Por otro, hay que conseguir que la población quiera comprar vehículos eléctricos, algo complejo teniendo en cuenta que son más costosos que sus homólogos convencionales. Además, este cambio requiere también de trabajadores capacitados para mantener estos nuevos vehículos.
Aunque los vehículos eléctricos no pueden satisfacer por sí solos los objetivos ecológicos de México, son sin duda un componente crítico en el camino a seguir.
Esta entrada fue modificada por última vez en martes, 31 de octubre, 2023
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