Mientras que en la casa de enfrente aún no saben ni por dónde empezar, en estos momentos Morena tiene, reconocidas oficialmente, cuatro propuestas para la gubernatura de Quintana Roo: La reelecta alcaldesa de Cancún, Mara Lezama; el representante presidencial para todo lo que tenga que ver con el Tren Maya, diputado federal Luis Alegre; el perseverante senador José Luis Pech y la chica rebelde y brava que hasta los de casa muerde, la también senadora Marybel Villegas.
Siguiendo las reglas del juego, de trabajar en unidad rumbo al proceso interno para definir la candidatura, Mara Lezama ha optado por mantener bajo perfil, concentrándose en preparar el cierre de su primera administración y ver cómo va a cumplir los compromisos de campaña de su segunda, que son bastantes y complicados; en tanto, el diputado Alegre abona también discretamente a su proyecto personal atendiendo el paquetote que le dejó López Obrador con la magna obra ferroviaria y, además, como gestor de otras ante el Gobierno Federal.
Por el contrario, Pech y Villegas, que parecen no comulgar mucho con aquello de que el que se mueve no sale en la foto, saltaron las formas y destaparon de nuevo sus ya de por sí conocidas aspiraciones por la silla grande que aún ocupa Carlos Joaquín en Palacio de Gobierno. Con la diferencia de que mientras Pech lo hizo de manera más prudente y llevando como punta de lanza propuestas de beneficio al estado, la impetuosa Marybel se lanzó con todo -fiel a su estilo-, destapándose no como aspirante ni como precandidata, sino como -¡óiganla!- “la próxima gobernadora de Quintana Roo”.
Y bueno, ya sabemos que esa alocada estrategia de pegar primero para pegar dos veces no le dio resultados antes a la senadora y sí, por el contrario, le abrió varios boquetes al partido, por lo que es previsible que esté muy consciente de que sus oportunidades se han diluido y se esté jugando su última carta aquí antes de dar otro de sus famosos “chapulinazos”, especulándose que la coalición PAN-PRD-PRI pudiera recibirla de vuelta para hacerle contrapeso al candidato que ponga Morena.
En la arriesgada apuesta de “democratizar” la elección de su candidato a gobernador, en las filas morenistas se rumora de que otras dos cartas consideradas competitivas pudieran ser metidas a la tómbola para ampliar la oferta y tener más tela de dónde cortar: Una es la recién electa diputada federal por el Distrito 02, Anahí González y la otra es el también electo alcalde de Tulum, Marciano Dzul. Ambos son, en este momento, candidatos ganadores y eso es lo que les puede conseguir el pase.
Marciano Dzul no sólo le arrebató Tulum a la coalición gobernante en el estado (PAN-PRD), sino que resultó buen conciliador. Cerró las heridas abiertas en el proceso interno e integró a sus competidores en su futuro gabinete en cargos reales y no sólo como premios de consolación. Eso, sin contar, de que cubre la cuota de candidaturas indígenas que la nueva ley electoral exige cumplir a todos los partidos, por lo que resulta un imán para Morena el que un representante de una etnia pueda representarlos en el 2022.
Y luego está la joven Anahí, que imponiéndose al encendido “nativismo” con que le intentaron impedir en el sur que fuera candidata al Distrito 02 resultó ser la que más votos obtuvo en la elección: Casi 80 mil. Manufactura política del poderoso director nacional del Corredor Interoceánico del Istmo, Rafael Marín Mollinedo, uno de los hombres más cercanos al presidente de México, la diputada electa anda muy movida… y no nada más en los preparativos para su próxima toma de protesta en el Congreso federal.
Estuvo como invitada -casi especial- en los festejos del tercer año del triunfo de AMLO en la Presidencia, así como en una reunión nacional de diputados electos en los estados que tuvieron comicios el pasado 6 de junio. En lo doméstico, trae en ristre -se la está arrebatando a Marybel- la muy taquillera consulta para “enjuiciar” a expresidentes y anda asistiendo a eventos políticos, empresariales y sociales no sólo en Chetumal, donde está la sede de su Distrito, sino que también en otros municipios fuera de su jurisdicción. Está, digamos, “expandiéndose” discreta, pero visiblemente ante los ojos expertos, por alguna razón.
A Morena, ya lo vimos, le gustan las emociones fuertes y a pesar de poder tomar la decisión más conveniente de antemano, suele jugar a estirar la liga en la disputa de cargos y posiciones entre sus aspirantes. La ruta hacia el 2022 no será precisamente tersa en la casa guinda y si es el caso de que la alianza de enfrente decida jugársela con una exponente del calibre de Marybel Villegas, quien ya anda tocando puertas de las dirigencias nacionales en la Ciudad de México, el escenario en Quintana Roo por la gubernatura se puede poner, por decir lo menos, bastante cardiaco.
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Esta entrada fue modificada por última vez en lunes, 12 de julio, 2021
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