Ya antes, en el pasado proceso electoral, el presidente López Obrador le había hecho público su reconocimiento a Carlos Joaquín, al que llamó “el único gobernador demócrata” de todo México, por no haber metido las manos en las elecciones de Quintana Roo. Enorme, pero pesada distinción presidencial, que limita de tajo el ejercicio del oficio político a cualquier gobernante que aspire a jugar sus fichas en su territorio, sin arriesgarse a parecer desagradecido o retador.
Ahora, de nueva cuenta, el inquilino del Palacio Nacional repitió la elogiosa dosis al mandatario estatal, concluido el proceso del 6 de junio, a quien desde su púlpito mañanero puso en alto una vez más por no haber utilizado el presupuesto público ni repartido despensas durante la elección, “como antes se hacía”. Carlos Joaquín, sostuvo AMLO, es “un ejemplo de buen comportamiento, de buenos ciudadanos y de buenas autoridades de características democráticas”.
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El espaldarazo lopezobradorista al Ejecutivo quintanarroense viene después de haberse confirmado el triunfo de Morena y sus aliados en 8 de los 11 municipios, así como en los 4 distritos federales electorales -a poco estuvieron del “carro completo”-, que pinta desde ahora de guinda el trayecto hacia la gubernatura en el 2022, cuando Carlos Joaquín termine su mandato. Y tanto AMLO como Morena tienen puesta la mira, ya, sobre Mara Lezama… y le están allanando el camino.
Apenas días antes, en una entrevista en televisión, el gobernador descartó continuar en la política una vez concluido su período constitucional. Aseguró que no participará más en ella y que se retira a la vida empresarial, lo que si bien parecía ser la señal que el presidente esperaba para apuntalar a nivel nacional su talante democrático y su compromiso con las instituciones electorales, también tiene otra lectura: la de una adelantada admisión a una nueva derrota del grupo político conformado por el PAN-PRD, que si bien Carlos Joaquín catapultó junto con él a la gubernatura en el 2016, éste no pudo consolidarse ni fortalecerse por sí mismo en el sexenio (ni con el “refuerzo” aliado del PRI y Confianza por Quintana Roo), cayendo abatido en las urnas el domingo antepasado.
Sin menoscabo del crecimiento de la preferencia morenista en la entidad, el fracaso del grupo político que desterró al PRI del poder tiene en la senadora panista Mayuli Martínez a la principal responsable.
Tras la derrota, de Mayuli hoy se cuentan muchas cosas. Tanto que abandonó a los candidatos de la coalición -algunos ya lo han confirmado-, dejándolos morir de inanición financiera en las campañas, como que los recursos que se le confiaron para la operación fueron desviados hacia -señalan las versiones- una bolsa personal para financiar su proyecto político a la sucesión. Porque aspira a ser gobernadora el próximo año, pese a que el saldo de su trabajo en la reciente contienda anula sus intenciones.
A manera de consuelo, la panista chetumaleña se adjudica los triunfos en los tres únicos municipios que ganó la alianza “Va por Quintana Roo”, minimizando en el caso de Solidaridad la operación ejecutada por “trabucos” políticos comandados por los ex alcaldes Filiberto Martínez y Miguel Ramón Martín Azueta en favor de Lilí Campos; en Isla Mujeres, el fundamental refuerzo aportado a Atenea Gómez por los disidentes morenistas Humberto Lara, “El Indio Blanco” y Eduardo “El Wato” Peniche; mientras que en Bacalar la arrolladora popularidad de José “Chepe” Contreras no necesitó de ninguna vejiga de Mayuli para nadar.
Por otra parte, el análisis de los números en las últimas elecciones apuntan a que podría haber orquestado incluso una votación en contra, como es el caso de Cozumel, donde el voto panista siempre había sido masivo y definitorio para sus candidatos. Aquí, Pedro Joaquín, del PAN-PRD-PRI, perdió frente a Juanita Alonso, de Morena, aun cuando todas las encuestas y estadísticas le favorecían desde un principio. Algo ocurrió el “Día D”, que provocó un giro inesperado en las tendencias.
En la elección del 2018, Pedro Joaquín ganó la Presidencia Municipal con la bandera PRI-PVEM-Alianza con 16,698 votos, mientras que Perla Tun, de la coalición PAN-PRD-Movimiento Ciudadano, le pisó los talones con 13,268 votos y quedó en segundo lugar. En esa elección, Morena y el PT apenas y obtuvieron 8,314 sufragios.
No se entiende entonces cómo es que ahora, con todo y la fusión del PAN, no consiguieron la reelección de Pedro, quien obtuvo 16,431 votos, una cifra muy similar a la que logró en el 2018 en su primera campaña, sin el apoyo de Acción Nacional. Y en cambio, curiosamente, la alianza Morena-PT “creció” exponencialmente en más de 9 mil votos entre el proceso de hace tres años y de este 2021, que fueron los mismos que le faltaron a Pedro Joaquín para ganar, si hubieran cuadrado los números tal y como la lógica matemática indicaba sobre los resultados del 2018.
En conclusión, en Cozumel los panistas que votaron por Perla Tun en aquella elección no votaron ahora por el actual alcalde -su aliado- que buscaba reelegirse.
¿A dónde se fueron entonces los sufragios blanquiazules?: En el puntaje de la morenista Juanita Alonso está reflejada la mayoría, mientras que otro poco se diluyó entre las demás propuestas.
¿No era tarea de Mayuli Martínez como coordinadora general lograr que el PAN votara a favor de Joaquín Delbouis y no de Juanita Alonso? He ahí la gran interrogante, donde las sospechas de una operación “cruzada” saltan a la vista.
Quejas de candidatos de que los dejaron “morir solos”, versiones de desvío de recursos para causas ajenas al proceso y dudas sobre la lealtad de la principal operadora, deben ser investigadas. Las circunstancias le juegan en contra a Mayuli y no debe estar en la jugada del 2022 por falta de confianza y méritos.
Antes que ella, otra senadora que también ambicionaba la silla que aún ocupa Carlos Joaquín, Marybel Villegas, de Morena, torpedeó igual desde adentro su causa al abrir frentes por todos lados, romper acuerdos y atentar contra su propio partido, con lo cual enterró su adelantada campaña a la gubernatura.
Algo tiene esa silla que ha vetado ya, ahora con Mayuli, a dos senadoras con aspiraciones de ocuparla. Y a como vemos la tendencia sobre Mara Lezama, podría sepultar también los sueños de sentarse en ella de un tercer representante de Quintana Roo en el Senado, aunque éste más honesto e institucional.
Pero no. Definitivamente, la poltrona principal del Palacio de Gobierno no parece destinada a que se la quede un senador.