Por Alberto Barrios<Radar Peninsular
Aunque existe la disposición del Gobierno Federal de apoyar a las empresas locales, a los empresarios del sur del estado “los va a dejar el tren” si no se activan mediante alianzas y proyectos que les permitan subirse a esta mega obra que transformará la economía de la península yucateca.
Acostumbrados a una inercia que contrasta con la acelerada visión empresarial de la Zona Norte y del capitalismo salvaje que observa con mirada de lobo el redituable negocio del diseño, construcción, operación y financiamiento del Tren Maya, la comunidad empresarial chetumaleña aún oscila entre la incredulidad ante un proyecto de semejante magnitud y el recuerdo de otro proyecto que dejó pasar cuando se lo ofrecieron, ahora convertido en un éxito turístico: Cancún.
Ante las peticiones de los empresarios locales de extender la línea del Tren Maya hasta la capital chetumaleña, el próximo funcionario federal replanteó la posibilidad de que “el taller de mantenimiento del Tren se ubique en Chetumal, para integrarlos al beneficio económico”, pero esta “posibilidad” se ha visto anulada ante el anuncio del gobernador campechano, Alejandro Moreno Cárdenas, de que dicho taller se construirá en Escárcega.
En Chetumal la sombra de la inactividad empresarial es una constante; si bien un grupo generacional joven está en la antesala de heredar el manejo administrativo de las empresas familiares que son las que mantienen el ritmo de la economía local, lo cierto es que han visto pasar por lo menos dos macro negocios sin obtener grandes beneficios: uno es Cancún, el Centro Integralmente Planeado del Gobierno Federal que se planteó allá por fines de los años 60 y el otro es el propio Bacalar, un poblado que era el balneario de los pudientes chetumaleños y que ahora se está transformando, en medio del desorden urbano y ambiental, en un centro turístico de proyección internacional.
“Recuerdo cuando don Jesús Martínez Ross –primer gobernador constitucional del estado de Quintana Roo- nos invitaba a participar en el proyecto Cancún, con tierras prácticamente regaladas, pero en esos años vivíamos el auge del éxito comercial transfronterizo como zona libre y a nadie le interesó ir a un lugar al que no le teníamos fe”, lamenta un empresario de edad, al recordar que cuando inició el Tratado de Libre Comercio, en 1991, “entonces nos sobrevino la hecatombe en Chetumal y el comercio se vino hacia abajo”.
El caso de Bacalar es también sui géneris. Catalogado por siempre como la zona recreativa donde los chetumaleños pudientes descansaban los fines de semana en sus propiedades costeras y el balneario a donde acudía parte de la población chetumaleña.
El escenario empezó a revertirse hace aproximadamente 10 años, cuando se descubrió que cientos o miles de piedras dentro de la laguna que los visitantes utilizaban para lanzarse clavados o para amarrar embarcaciones, en realidad son formaciones fósiles generadoras de oxígenos.
El científico fue la primera ola de turistas que empezaron a visitar el lugar, para estudiar los estromatolitos. Desde entonces, empezó a incrementarse el número de visitantes, de construcciones turísticas y casi sin darse cuenta, Bacalar se ha convertido en un destino turístico sin drenaje, sin plan urbano ni programa de ordenamiento ecológico, alertando a las autoridades y a los especialistas ante el inminente desastre ecológico que se avecina para esta laguna de 60 kilómetros de longitud si no se aplican medidas de prevención y corrección.
En este auge económico de Bacalar, destacan algunos empresarios bacalareños, cancunenses, italianos y pocos empresarios chetumaleños, si bien algunos han transformado sus otrora casas de descanso en viviendas rentadas vía la plataforma digital Aairbnb.
Para efectos estadísticos, Bacalar mantiene con sus 600 habitaciones una ocupación promedio del 70/80 por ciento, muy por encima del 50/60 de Chetumal con sus mil 200 habitaciones. Lo que ya empieza a suceder es la emigración forzada de negocios turísticos chetumaleños a Bacalar, dada la inactividad económica que sufre la capital del estado de Quintana Roo.
Para el caso del Tren Maya, “lo que existe es incredulidad”, reconoce Amir Efrén Espadas, presidente del Colegio de Ingenieros Civiles, quien destaca la importancia de “sumarnos a este movimiento con propuestas muy precisas que nos permitan integrarnos al desarrollo económico que plantea este proyecto”.
Lo que sí se está moviendo de forma subterránea es el negocio de bienes inmobiliario y de bienes raíces, pero impulsado por el capital foráneo. Grandes extensiones de terrenos en los municipios de Bacalar y de Othón P. Blanco –donde se localiza Chetumal- están siendo adquiridos por consorcios regiomontanos y de la Ciudad de México, aliados con grupos japoneses, canadienses y chinos, para el desarrollo de viviendas para retirados.
Pero este negocio, el de bienes raíces, en realidad es una extracción de la riqueza local con miras a futuro de inversionistas foráneos.
Aunque de menor cuantía, también se espera un impacto positivo con el arribo a la capital de las oficinas de la Secretaría de Turismo (Sectur), que encabeza Miguel Torruco Márquez. Pero aún en este tema, la constante “es la incredulidad”, reconoce Eloy Quintal Jiménez, presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) Chetumal, quien argumenta que “se nos han prometido tantas cosas en el sur que es comprensible no creer en proyectos como el Tren Maya o el arribo de los empleados federales de Turismo”,
Sin embargo, reconoce que “debemos luchar en contra de esta inercia, porque se requiere rescatar a la economía chetumaleña de la depresión en la que vive desde hace años”.
Rogelio Jiménez Pons
Próximo director de Fonatur
Amir Efrén Espadas
Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles
Eloy Quintal Jiménez
Presidente de la Canaco Chetumal
Esta entrada fue modificada por última vez en martes, 1 de junio, 2021
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