Una indiscreción publicada en redes sociales hace llorar a María Rubio, exesposa del gobernador de Quintana Roo, Joaquín Hendricks Díaz.
Voy a cometer una indiscreción nada más porque la ocasión lo amerita:
En 2001 me desempeñaba como titular de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de Quintana Roo. Desde que asumí el cargo fui advertido por el propio gobernador Joaquín Hendricks Díaz, de que en la política el golpeteo es impresionante. El enemigo está al interior del gobierno.
Pues bien, por esos días varios asesores convocaron a una junta para «analizar» mi desempeño. Me citaron en Palacio de Gobierno (Chetumal), no me dijeron cuál era el tema, pero era obvio que no me estaban citando para felicitarme. La idea era embarrarme lo más que se pudiera para que -conociendo mi forma de ser- yo mismo renunciara.
En realidad mi delito era que yo no pertenecía al clan… Siempre he sido un lobo solitario, y desde el principio me extrañó que me contrataran como «vocero».
Ya estando en Palacio de Gobierno, era de noche, lo recuerdo muy bien, todos aguardaban que yo entrara a la sala de juntas para colocarme en un paradón e iniciar el conteo para mi fusilamiento.
De pronto sonó el timbre de mi teléfono celular, y cuando respondí con el clásico «buenooo», escuché una voz femenina fuerte, con mucha determinación, que me dijo: Hola, soy María Rubio (esposa del gobernador, en ese momento). Solo te llamé para decirte que estoy contigo… No te dejes… Mándalos a chingar a su madre.
Sólo alcancé a decirle gracias y entré literalmente «vacunado» a la junta… Esa noche todo se me «resbaló» y mis contrarios no lograron su objetivo.
A casi 20 años de distancia, mi amiga, la señora María Rubio (ex de Hendricks) ha hecho público su contagio de Covid-19. Ella es una gran guerrera, una mujer maravillosa y sé que saldrá adelante.
Hoy no puedo más que repetir su frase: Solo quiero que sepa que estoy con usted. No necesito pedirle que mande a chingar a su madre al Covid, porque veo, en su muro, que ya lo está haciendo.
Mi eterno agradecimiento.