Hugo Martoccia
Este fin de semana hemos visto cómo el conflicto entre los gobernadores del PAN y el presidente Andrés Manuel López Obrador ha llegado a su punto más alto en lo que va del sexenio.
Para Quintana Roo se trata de un tema fundamental, porque uno de esos gobernadores reunidos bajo las siglas del PAN es Carlos Joaquín.
Los gobernadores del PAN se reunieron el pasado domingo, y dejaron conceptos muy duros en contra de López Obrador. Los principales tienen que ver con denuncias de que el presidente quiere instalar una “República Monárquica”, y que no vuelva a ser un país donde se ejecuta la “voluntad caprichosa de un solo hombre”.
Dijeron textualmente los panistas:
“La República padece una acechanza a sus instituciones y a su democracia. México no puede desandar el camino del federalismo, de los contrapesos ni de la libertad. No hay lugar para el regreso a una suerte de República Monárquica”.
Los panistas también pidieron por un nuevo Pacto Fiscal, que es una añeja demanda de los gobernadores.
Pero hay algunas cosas que han llamado la atención.
Quizá una de las más significativas es que el lema que usaron los gobernadores en el comunicado y el video que emitieron de esa reunión, que tiene un marcado tinte electoral.
“Sí hay de otra”, dice ese lema, en una clara alusión a que hay un proyecto alternativo al del AMLO y la 4T.
Eso, lógicamente, generó una respuesta del presidente, que es muy hábil para esto del cruce de declaraciones y las batallas mediáticas y electorales.
AMLO calificó de “politiquería” la postura de los gobernadores; negó que no se les estén entregando recursos, y dijo que todo esto tiene que ver con una cuestión electoral, por las elecciones que habrá en 2021, en donde se renovará la Cámara de Diputados federal, 15 gubernaturas, y, en el caso de Quintana Roo, habrá elección en los 11 Ayuntamientos.
El tema, como se ve, escaló a un nivel donde empieza a complicarse la relación, y da la sensación de que no habrá ganadores y sí muchos perdedores.
En ese contexto, otro punto que llama mucho la atención, en el caso de Quintana Roo, es hasta donde participará Carlos Joaquín de esta posición panista.
El mandatario estatal ha intentado mantenerse en una postura intermedia, pero adhiere su persona y su firma a este proyecto panista, que es claramente confrontativo con López Obrador.
Lo que parece quedar claro es que hay un natural movimiento opositor a López Obrador, del cual Carlos Joaquín, lógicamente, forma parte. Y eso tiene riesgos muy significativos.
Uno supone, sin embargo, que en cada estado harán sus propios cálculos para saber cual es el costo de enfrentar política y electoralmente al Presidente.
En el caso de Quintana Roo, el gobernador está parado sobre un barril de pólvora electoral, que es el sureste profundamente lopezobradorista.
Más allá de que ponga su rostro y su firma a todos los amagues opositores del panismo, lo cierto es que a la hora de hacer cálculos, lo único que debería contar par el gobernador sería las fronteras de su estado y su salida ordenada del poder.
De otro modo asistiríamos a una guerra política de pronóstico reservado para Carlos Joaquín y su proyecto.
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