Las noticias de los últimos días parecen haber derrumbado cualquier posibilidad de una alianza formal entre el PAN y el PRD con el PRI. Una alianza que estaba en la mente de algunas personas, y que en este espacio comentamos hace unos días.
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La detención y pronta extradición de César Duarte, exgobernador de Chihuahua, y la inminente llegada a México del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, son dos duros golpes a ese proyecto político electoral.
Lozoya viene, directamente, a destapar una trama de corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto, que seguramente dejará un tendal de heridos políticos. Duarte revivirá, entre otras cosas, la causa del aporte de exgobernadores al PRI para campañas políticas. Es imposible que el nombre de Roberto Borge no aparezca en algunas de esas causas.
Pero no sólo será el nombre de Borge. Seguramente habrá nombres del priismo quintanarroense que estarán en breve saliendo a la luz pública por diversos hechos de corrupción. Ese recordatorio de lo que fue, quizá, la época más corrupta de la política mexicana, sepultará cualquier intento de una alianza con el PRI.
Nadie querrá cargar semejante losa política en 2021.
Un dato en ese sentido lo dio el PRD. Ese partido elegirá el próximo 16 de agosto a su dirigencia estatal. Uno de los sectores con más probabilidades de ganar es la corriente denominada ADN, vinculada con el exalcalde Julián Ricalde. Ese sector ya dijo que no quiere alianza con el tricolor.
Otro dato interesante en ese sentido lo dio esta semana el panista Eduardo Martínez Arcila, quien es el hombre fuerte del PAN desde algunos años, que en una entrevista dijo, textualmente, “en Chetumal. así como en Cancún, los números del PAN, PRD y PRI, serían suficientes para ganar ambos municipios”. Pero aclaró, y esto es muy importante, que “para construir una gran coalición, debemos escuchar a ciudadanos sin filiación partidaria ni pasada ni actual”.
Y agregó:
“Los partidos en Quintana Roo podemos coincidir en perfiles ciudadanos si eso se da, podremos proponer a un candidato común que tome nuestras plataformas donde sean coincidentes”.
O sea, el mensaje es claro: no se trata de una alianza de partidos, sino de buscar candidaturas comunes donde haya chances de ganar, tema que también comentamos hace días acá.
Lo que también es claro en el mensaje, es que se necesitan los votos del PRI.
En 2019, en la peor elección de la que se tenga memoria para el tricolor, logró casi 35 mil votos en los 15 distritos, que fue alrededor de un 12%. Y un año atrás, en la elección de Ayuntamientos de 2018, consiguió alrededor de 112 mil votos. Lo más seguro es que en la actualidad, esté en un número intermedio a esos. Como sea, serían votos muy necesarios para ganarle a Morena en diversos municipios.
Esos son los votos que la alianza joaquinista va a intentar captar, para lograr triunfos en la mayoría de los municipios.
La prioridad del PRI hoy parece ser mantener Cozumel (que no será una tarea nada fácil) e Isla Mujeres (donde podría haber una negociación entre el alcalde Juan Carrillo y Carlos Joaquín para definir la sucesión) Mas allá, el tricolor no tiene chances reales de hacer nada, y sólo podría sumar sus votos a algún otro proyecto.
Ese es el escenario hoy, y es cierto que todo puede cambiar en un año tan complejo. Lo que parece difícil, como ya se dijo, es que en una situación tan precaria electoralmente, alguien quiera cargarse la losa del viejo PRI, que va a estar más presente que nunca en los próximos meses.
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