La mala imagen que tienen los integrantes de la clase política en la actualidad, no ha sido de a gratis, ya que muchos se la tienen bien ganada.
Hace unas semanas, visité mi pueblo. La bella Ciudad de México –antes Distrito Federal-, que aquí entre nos, siempre me ha parecido una reverenda payasada y pérdida de tiempo dedicado en cambiarle el nombre, en lugar de atender problemas más urgentes, pero en fin.
Porque mi salario me lo permite, viajé en avión; así que busqué la aerolínea… más económica y por supuesto, en clase turista. A mi lado iba una señora guapa y se notaba que era de una clase social más alta que yo. Al otro lado del pasillo, iba el que al parecer era su esposo, con dos niñas –que al parecer eran sus hijas- un señor atractivo, con aparente clase social alta y gallardo. Dos filas más adelante, iba otra persona que no se le notaba ningún parecido físico entre ellos, así que asumí que era un amigo.
Llamó mi atención que, aunque ya habían dicho que apagáramos nuestros celulares o lo pusiéramos en “modo avión”, la distinguida señora seguía mandando mensajes como si estuviera en el restaurante… Por su parte, el señor tenía el asiento de su respaldo hacia atrás, aunque ya también habían dicho que los pusiéramos en forma vertical.
Primero pensé: “Ah, es la típica gente que creció haciendo lo que se les pega la gana sin acatar reglas”, me sentí molesta y preferí cerrar los ojos; “qué exagerada soy”, pensé para calmar mi pequeña molestia.
Durante el viaje, noté también que tenían en el piso una bolsa de dama, completamente abierta y estorbando el paso de la fila de enfrente. Y me di cuenta, porque mi hija de 6 años me lo hizo notar cuando ella misma puso su mochilita, perfectamente acomodada en la parte de debajo de su asiento, sin estorbar.
“Mamá, y ¿por qué esa gente no acomoda su bolsa? Mira, está estorbando”, me comentó mi hija, a lo que solo atiné a decir que ellos no tenían conciencia de seguir las reglas y seguí tratando de dormir mientras la señora leía un libro sobre Michelle Obama.
Había transcurrido una hora de vuelo cuando el señor se paró a platicar con la señora y por más que quise… he de ser franca, escuché parte de la conversación. Él, aparentemente es un diputado local. No lo conozco ni mencionó su nombre, pero le estaba platicando a la distinguida y joven dama sus planes y le pedía que ella se involucrara más en esos asuntos, pues no veía mucho su apoyo.
Ella, que después noté una actitud de subordinada, en lugar de su flamante esposa, solo asentaba con la cabeza que estaba de acuerdo y le pidió que le platicara más de sus planes, para “ayudar al pueblo”…
Desde el momento que escuché que el señor era un diputado local, pensé en automático: “Ahora entiendo por qué esa facha y esos modales… porque son políticos”; lo que me hizo reflexionar sobre el concepto e imagen que tengo de la mayoría de los políticos: altaneros, prepotentes, -alguno que otro tonto- y que se sienten en la cima del mundo y que a lo mejor un sentimiento de culpa interna los obliga a creer que están ahí para “ayudar al pueblo”.
Entonces, también pensé que la flamante esposa no estaba leyendo el libro de Michelle Obama por decisión, sino por una tarea encomendada, lo cual me dio gusto, malo hubiera sido que se inspirara en un libro sobre la más mediocre primera dama impuesta que hemos tenido y que recién terminó su contrato de exclusividad de seis años en nuestro país… sí, créalo o no, Angélica Rivera, “La Gaviota”, tiene un libro en puerta, lo que me recuerda los memes de Netflix versus Blim… de penita ajena…
Entonces pensé: ¿Cuál será la opinión “del pueblo” que tanto quieren “ayudar” hacia los políticos actuales –llámense diputados, presidentes, alcaldes y demás personajes? Y con “actuales” me refiero a esta nueva era quizá desde Ernesto Zedillo, pues antes eran políticos corruptos, pero no tontos, o al menos esa es mi impresión.
Días después, las redes sociales respondieron mi pregunta con el exfuncionario “Lord Papi”, pero pues es que aquí entre nos, ellos mismos se ponen de pechito para que la gente los tilde de tontos y abusivos incluso, cuando ya no están en funciones. O ¿tú como ves?
Por Alma Conde
Radar Peninsular
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