Video: Estafan a usuarios del metro con golosinas falsas.- El colmo de la «gandallez» que caracteriza a algunos mexicanos, en los cuales estos tiempos de crisis no infunde ningún tipo de solidaridad, lo vivieron varios pasajeros del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, uno de los cuales denunció que fue timado con chocolates falsos.
Utilizando la red social Facebook como vehículo de su denuncia, el estafado individuo relató que un sujeto se subió a vender la golosina en la estación Ciudad Azteca, de la Línea B, en el Estado de México, los atractivos chocolates Hershey de enorme tamaño, atrajeron su atención debido a su bajo precio: apenas diez pesos.
“Topa esto, te va a gustar un chingo. Se sube un cabrón a vender barras de chocolate Hershey’s de 10 varos, tamaño king size”, relató, “Me dice Xchel que desde que lo recibe la impresión no se ve auténtica. Los acabados tampoco ayudan. Destapo una, compré dos…”, continuó su relato.
“Tiene este aluminio que se ve como mal empacado, me saqué de cuadro. Por eso la barra se veía tan prominente”, dijo, luego de mostrar en las imágenes se ve que lo empaquetado no es un chocolate de la compañía estadounidense, sino algún tipo de galleta recubierta de una sustancia con aspecto chocolatoso, aqui el video:
https://www.facebook.com/laron.velasco.73/videos/293685024971037/
Pero esta historia no es nueva ni única, hay varias historias de gente que ha sido estafada de forma parecida, con pasteles: “¡Señora, pase a la prueba, pasteles en 10 pesos!”, gritaba un vendedor que ofrecía bizcochos de chocolate, naranja, fresa, nuez, queso, elote. Las personas se acercaban y recibían un trozo de pan que sabía rico. Sacaban sus dos monedas de cinco pesos y se marchaban. Acababan de ser estafadas.
La operación era muy simple. Los comerciantes hacían montones y montones de roscas o “pasteles” sin calidad, pura agua con harina y levadura; compraban un pastel bueno, el cual costaba entre 35 y 45 pesos y que ofrecían de “prueba”.
Estos panes se supo, se trabajaban en hornos y anaqueles que estaban repletos de ratones y cucarachas. No importaba la salud de los clientes. No importaba porque la venta era nómada: cuando el producto llegaba a un lugar, simplemente no se regresaba ahí. Los compradores no contaban con un lugar al cual ir a reclamar.
Al menos una familia de la Ciudad de México utilizó durante años esa treta para vender pan que, en varias ocasiones, ya estaba echado a perder.
Eran comercializadas estas roscas se llevaba a cabo en la Ciudad de México, en el Estado de México, en Hidalgo, en Guanajuato, en Guerrero, en Puebla… todos los lugares a los que se pudiera llegar vía terrestre, utilizando un vehículo que cargara la apócrifa mercancía.
Algunos clientes que probaban lo que acababan de comprar y lo devolvían. Sin embargo, era una porcentaje mínimo la gente que lograban percatarse antes de que el puesto ambulante se parara en otra esquina.
Por lo regular los clientes compraban sólo una rosca, pero también había quien se gastaba 100, 200 pesos. Pedían de todos los sabores y el despachador sacaba hasta de limón.
Los lugares usuales para cometer la estafa eran terminales de autobuses, estaciones de Metro, lugares céntricos, escuelas, lugares donde el flujo de personas fuera abundante eran donde trabajaban. Las carreteras eran su mayor compañía.
En esta triste historia de «gandallez» mexicana, la gente se marchaba creyendo que acaba de comprar la cena y no: lo que había adquirido era únicamente basura.
Video: Estafan a usuarios del metro con golosinas falsas
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Con Información de SinEmbargo