El promotor Carlos Hurtado quien representó a innumerables jugadores y fue estratega del mercado de fichajes conocido en el medio como “El Señor de Miami” falleció a los 78 años.
La noticia fue difundida por fuentes cercanas, ex futbolistas y periodistas que lo trataron de cerca durante décadas. Referentes del periodismo deportivo como José Ramón Fernández y David Medrano, coincidieron en reconocer la influencia del promotor en el entramado del balompié nacional.
“Murió uno de los promotores más importantes y polémicos del futbol mexicano”, escribió Fernández. Medrano, por su parte, destacó que “fue el más influyente durante más de 20 años”.
Aunque pocas veces aparecía ante cámaras o concedía entrevistas, Hurtado era considerado un auténtico poder en la sombra. Detrás de muchas transferencias resonantes y decisiones estratégicas en los clubes más grandes del país, se encontraba su nombre.
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Exjugadores y técnicos lo describen como un hombre capaz de alterar el destino de un equipo con una simple llamada telefónica. Así de grande era sun poder en el medio futbolístico nacional.
Su trayectoria se forjó principalmente en las décadas de los ochenta y noventa, cuando construyó una red de contactos que abarcaba directivos, entrenadores y futbolistas.
Participó en negociaciones que marcaron época y fue parte del ascenso del Cruz Azul junto a Guillermo Álvarez Cuevas. También mantuvo una estrecha relación con técnicos como Luis Fernando Tena, cuyas carreras estuvieron, en distintos momentos, ligadas a su gestión.

Hurtado fue, a la vez, un personaje admirado y criticado. Para algunos, representaba la profesionalización de las negociaciones en el futbol mexicano; para otros, simbolizaba la falta de transparencia y el control que ejercían ciertos agentes sobre la carrera de los jugadores.
Su nombre estuvo vinculado al polémico “Pacto de Caballeros”, un acuerdo informal entre clubes que limitaba la libertad laboral de los futbolistas, y que fue denunciado públicamente por figuras como Cuauhtémoc Blanco y Carlos Hermosillo.
Aun con sus controversias, nadie dudaba de su poder. Su influencia trascendía los estadios: se movía en oficinas, despachos y pasillos donde se definían los destinos del fútbol nacional.

Con su muerte, se cierra un capítulo en la historia de la Liga MX, aquel en el que los acuerdos discretos y las alianzas silenciosas podían determinar campeonatos, ascensos y caídas.
Carlos Hurtado deja tras de sí un legado complejo: el de un hombre que prefirió el anonimato, pero que supo ejercer más poder que muchos que ocupaban los reflectores.
Con su partida, el futbol mexicano pierde a uno de sus últimos operadores de la vieja guardia en este deporte, aquellos que demostraron que, a veces, el verdadero juego se juega lejos del césped.
Con Información de Agencias