Nueva York, EU.- Jesús Alfredo Guzmán Salazar, alias “El Alfredillo”, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, entró en la lista de los 10 fugitivos más buscados por la Oficina para el Control de Drogas de Estados Unidos, (DEA por sus siglas en inglés), quienes están tras su pista.
“El Alfredillo”, como se le conoce, fue acusado de dos cargos de conspiración por posesión de drogas, uno por distribución y otro por exportación e importación de sustancias ilícitas, revelaron.
El hijo del líder del Cártel de Sinaloa, de 35 años, es requerido por la corte del distrito norte de Illinois. Las autoridades estadounidenses señalan a Guzmán como el encargado de coordinar entre 2004 y 2005 los envíos de cocaína, marihuana y heroína a ese país, y giraron una orden para detenerlo en 2009.
Guzmán Salazar no enfrenta ningún cargo en México. El Gobierno de Estados Unidos sigue desde hace años los pasos de “Alfredillo”, al que incluyeron desde 2012 en la lista negra de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro. Todos sus activos y cuentas bancarias en territorio estadounidense están congelados.
Ficha escueta del “Alfredillo”
La ficha de “Alfredillo” es escueta: hombre, raza blanca, nacido en 1983, con los ojos y el cabello marrones. Altura, peso y último domicilio desconocidos. La DEA tampoco dio a conocer si ofrece una recompensa.
Guzmán Salazar se une a una lista que incluye a otros nombres conocidos en el narcotráfico en México como Rafael Caro Quintero “El narco de narcos”; Ismael Zambada “El Mayo”, aliado de “El Chapo” en Sinaloa, y Nemesio Oseguera “El Mencho”, que encabeza el Cartel Jalisco Nueva Generación.
Secuestrado por “Mochomito”
Las autoridades mexicanas elevaron el pasado 15 de agosto la recompensa por información que llevara a la captura de “El Mencho” de dos a 30 millones de pesos (poco más de 1.5 millones de dólares). Horas más tarde funcionarios de ambos lados de la frontera anunciaron en Chicago, también en Illinois, un frente común contra la delincuencia organizada.
Tras la recaptura de “El Chapo” en 2016, los enfrentamientos entre el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco se han intensificado. Guzmán Salazar fue secuestrado el 15 agosto de ese año por la organización que lidera “El Mencho” en la ciudad costera de Puerto Vallarta, en el Pacífico mexicano. “Alfredillo” fue raptado sin que se disparara un solo disparo y fue liberado ileso cinco días más tarde. El responsable detrás del secuestro, según las autoridades mexicanas, fue Jesús Alfredo Beltrán Guzmán “El Mochomito”, su primo.
Sicario y soplón
Por otra parte, el colombiano Alex Cifuentes, testigo de la Fiscalía en el juicio contra Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera en Nueva York afirmó hoy que su entonces jefe ordenó el asesinato de al menos dos personas, aunque ninguno de ellos fue ejecutado.
Entre las personas a las que el Chapo quería matar, apuntó Cifuentes, se encontraba Christian Rodríguez, el ingeniero de comunicaciones del capo y de quien descubrió cooperaba con el Gobierno de Estados Unidos.
El testigo, preso en Estados Unidos donde fue extraditado tras su arresto en 2013, indicó que descubrieron que Rodríguez, que por orden del Chapo instaló un moderno sistema de comunicaciones que grababa numerosas conversaciones, fue el responsable de la captura de su hermano Jorge Cifuentes, que proveía droga al Chapo desde Colombia.
Falta de redes sociales, lo salvaron de ser asesinado
“¿El acusado le dijo a usted que matara a Christian?”, preguntó la fiscal, que obtuvo un “sí” como respuesta de Cifuentes, que explicó que no pudieron llevar a cabo el asesinato porque no tuvieron éxito localizando al experto en comunicaciones, ya que no sabían su apellido y tampoco consiguieron encontrarlo en Google ni Facebook.
Dijo también que el Chapo estaba dispuesto a pagar 50 mil dólares por el asesinato de Juan Bonito, esposo de la sobrina de Cifuentes, porque sospechaba que también cooperaba con el Gobierno de Estados Unidos y que le había robado dinero.
Asimismo, a preguntas de la fiscalía, Cifuentes detalló cómo buscaron rutas alternas para llevar la droga a México desde Venezuela.
“Joaquín necesitaba una pista de aterrizaje en la República Dominicana para poder hacer de trampolín para llegar a México desde Venezuela”, dijo, tras lo cual se escuchó una conversación entre Guzmán Loera y Antonio, su contacto en la República Dominicana.
Antonio y otro dominicano que identificó como “La serie” vendían droga para el Chapo en Nueva York, tras haberlos conocido en la sierra a finales del 2007, donde habló con ellos, en reuniones por separado, sobre cuánta droga podían vender en la semana, el precio por kilo de la heroína blanca y de la coca.
Detalló que Guzmán Loera comenzó a traficar heroína, cocaína y metanfetaminas a Canadá en 2008, que al principio “no era constante”, sólo de cada 8 ó 15 días, que antes pasaba por Los Ángeles y Phoenix en Estados Unidos, antes de su destino final, negocio que según el testigo le produjo “decenas de millones de dólares”.
Cifuentes continuará en la silla de los testigos para ser interrogado por la defensa de Guzmán Loera.
Supervisaba “centenares de empleados en la montaña
Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, que enfrenta un juicio por narcotráfico en Nueva York, tenía una vida muy organizada mientras estuvo en las montañas de Sinaloa, desde donde supervisaba “centenares de empleados”, que incluían personal de seguridad, trabajadoras domésticas, pilotos, chóferes y proveedores de droga.
En su segundo día de declaraciones en el juicio que se celebra en Nueva York contra el Chapo, el colombiano Alex Cifuentes, testigo de la Fiscalía, describió en detalle los tres años que vivió con el líder del cartel de Sinaloa.
El Chapo, apuntó, se despertaba diariamente al mediodía, tras lo cual uno de sus secretarios le entregaba los mensajes y después de almorzar, hacía llamadas de negocios mientras paseaba bajo los árboles.
“Una caja chica muy fluida”
Otro secretario, contó, se encargaba de las necesidades del campamento, que incluía la inversión del acusado de entre 150 mil a 200 mil dólares mensuales en suministro de comida y pagar la nómina de unos 50 guardias de seguridad, “una caja chica muy fluida”, según Cifuentes.
Los suministros al campamento eran llevados a la montaña en avioneta o camioneta, de acuerdo con el testigo, que en el primer día de su comparecencia el pasado jueves se identificó como la “mano derecha e izquierda” del acusado, para quien supervisaba la venta de drogas en Nueva York y Canadá.
Distintos niveles de seguridad
Cifuentes, que vestía su ropa azul de prisionero, contó además que había varios niveles entre la guardia de seguridad del capo mexicano.
“La seguridad era lo más importante en la montaña”, afirmó el testigo, quien explicó que el acusado se mantenía al tanto de las comunicaciones por radio y de la vigilancia del Ejército.
También contaba con pistoleros encargados de la seguridad directa del Chapo, otros vigilaban de cerca la casa donde estaban, otros las carreteras en las partes altas y bajas y otros las pistas clandestinas de aterrizaje. Todos, aseguró, se comunicaban entre sí.
Planeaba una película, sin Kate
Sus secretarios le organizaban además su agenda de visitas de socios, familiares, y de su esposa, Emma Coronel.
De acuerdo con Cifuentes, cuyo hermano Jorge ya ocupó la silla de los testigos, el Chapo tenía varias casas en la montaña, cabañas humildes pero que contaban con satélite para comunicaciones, televisión de plasma, cocina pequeña y otras facilidades así como una barraca para los pistoleros.
Durante su testimonio también salió a relucir que por sugerencia de la exesposa de Cifuentes hubo un intento en 2007 de escribir un libro y hacer una película sobre la vida del Chapo, -proyecto diferente al de la actriz mexicana Kate del Castillo- la cual dirigiría el acusado, e incluso llegó a haber un libreto.
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