Miss Nicaragua, bella y feroz opositora al régimen de Ortega

En el mundo en que vivimos ya no solo se trata de ser bella y lucirse en la pasarela y los medios, no, hoy implica para la mujer moderna ser feroz, activista, comprometida con su patria y las causas nobles, en resumen: ser congruente con su realidad; como el caso de la hermosa Adriana Paniagua, Miss Nicaragua, dura opositora al régimen de Daniel Ortega.

El nombre de Adriana Paniagua resuena fuerte en Iberoamérica. Miss Nicaragua 2018 es quien representará al país en el certamen de Miss Universo que se celebrará el próximo 16 de diciembre en Tailandia, pero es también una empresaria de éxito a sus 22 años. Y es, además, una voz que resuena fuerte en defensa de la libertad de expresión de su país, puesta este último año en entredicho tras las protestas que comenzaron en abril contra el Gobierno de Daniel Ortega y que han provocado al menos 450 muertos.

Adriana se convirtió en un referente para cientos de jóvenes que seguían sus pasos.

Originaria de Chinandega

Su historia comienza en Chinandega, un pequeño pueblo de la costa oeste donde creció envuelta en un clima cálido y rodeada de playas y agricultura. A los 15 años supo que quería dedicarse al mundo de la belleza y la moda y se presentó al concurso Miss Teen, consiguiendo la corona. Se preparó para Miss Teen Internacional y en 2011 también consiguió el reinado. A partir de ese momento, su vida privada desapareció, cuenta a Notimérica durante una escapada a Madrid que ha hecho porque “anhelaba tener tiempo para mí y desconectar un poco”.

Adriana se convirtió en un referente para cientos de jóvenes que seguían sus pasos. Las cámaras comenzaron a seguirle, las marcas -nacionales e internacionales- empezaron a reclamarle como imagen y su carrera comenzó a tomar forma. Entonces se marchó a Italia. “Las cosas han cambiado mucho, ahora las misses necesitamos tener mucha formación e idiomas”, afirma. Una vez que aprendió la lengua se mudó a Boston a hacer lo propio con el inglés y al día de hoy, reconoce que sus tres idiomas le han abierto varias puertas profesionales.

Aunque atravesaba a los 17 años un momento de enorme éxito, decidió, estando en Estados Unidos, trasladarse a Florida para comenzar Global Management, una carrera similar a Administración de Empresas. Aunque los primeros años los cursó allí, volvió a Nicaragua para terminar la licenciatura, donde se graduó como la mejor alumna de la promoción.

La modelo acudió a las primeras marchas que se originaron producto del anuncio de Ortega de que reformaría el sistema de Seguridad Social.

Contra la represión del gobierno de Ortega

Desde que salió elegida Miss Nicaragua, en marzo de este año, supo que el siguiente paso sería representar a su país en Miss Universo. Sus planes pasaban por prepararse allí, cerca de los suyos, hasta que ya fuera irremediable viajar, pero las protestas que se desataron contra el Gobierno de Ortega -en las que miles de estudiantes salieron a las calles para reclamar un cambio de dirigentes- forzaron a Adriana a salir antes de tiempo. “Debido a las protestas tuve que adelantar mi viaje”, recuerda ahora.

La modelo acudió a las primeras marchas que se originaron producto del anuncio de Ortega de que reformaría el sistema de Seguridad Social. Una reforma que pretendía subir la tasa de cotización a los trabajadores o reducir las cuantías percibidas por los jubilados en concepto de pensión, entre otras medidas. “Al igual que muchos nicaragüenses, sentí que era injusta la manera en la que se dio la reforma”, comenta.

Se posicionó desde el principio del lado de los estudiantes y en contra del Presidente y lo hizo de manera pública. Una muestra de ello fue su participación en una campaña en redes sociales llamada #YoSoyPicoRojo en solidaridad con los estudiantes que habían sido detenidos durante una de las jornadas de protesta.

Adriana tiene en claro que su responsabilidad es ir a Miss Universo a representar su país.

Centrada en Miss Universo

Y en medio de esa oleada de protestas que se extendió hasta el mes de junio, tuvo que acelerar su marcha del país. “La situación se volvió muy difícil para poder llevar mi preparación de la manera que deseaba”, asegura mientras pasea tranquila por Madrid sin la presión de saber que a cada paso está siendo fotografiada. “Irme del país fue una decisión que se vio forzada por la inestabilidad del momento en Nicaragua, allí ya no podía tener la preparación que necesitaba”, añade la Miss.

Aunque lamenta “enormemente” tener que estar preparándose lejos, tiene claro que esta es una oportunidad “de oro” para alzar la voz y reivindicar un país “en el que la libertad de expresión no se castigue con la muerte o la cárcel”. Lo tiene tan claro que lo repite varias veces a lo largo del día: “ahora mismo mi responsabilidad es ir a Miss Universo a representar mi país y aprovechar ese altavoz para denunciar lo que está ocurriendo”.

Consciente de que su responsabilidad está al lado de los suyos.

Faceta social

Pese a su juventud, su currículum está plagado de éxitos. Además de sentir que ha llegado “exactamente donde quería estar” en el mundo de la moda, saca tiempo desde que era adolescente para participar en proyectos sociales y benéficos. Lleva siete años como voluntaria y embajadora de la ONG Operación Sonrisa Nicaragua, que brinda cirugías reconstructivas y atención integral a niños y niñas de escasos recursos que nacen con malformaciones faciales congénitas, para contribuir así a que tengan una vida digna y productiva.

Asimismo, ha apoyado en varias ocasiones a organizaciones como UNICEF, American Nicaraguan Fundation o Un techo para mi país en los diferentes proyectos que han llevado a cabo. Pero de lo que más orgullosa se siente es de haber fundado Golondrinas de Cristo, un proyecto con el que ayuda a familias nicaragüenses de bajos recursos, fundamentalmente en zonas deprimidas del país.

Ser tan joven y llevar tantos años inmersa en el mundo de la moda le ha enseñado que una de las cosas más complicadas es “mantener la paz mental”. Para la representante de Nicaragua “hay que aprender a enfrentar críticas y la negatividad pone a prueba el carácter”. También ha renunciado a tener una vida privada, probablemente lo que más eche de menos, según dice. Pese a ello, se queda con el “orgullo” de poder llevar “el nombre y la voz de mi país a todos lados”. Su mente y su cuerpo están enfocados al cien por cien en el próximo certamen, pero aún así no pierde la perspectiva de lo que ocurre a nivel político en su país. Su gran aspiración es volver pronto a una Nicaragua “democrática y en paz”.

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Fernando Alvarez

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