“Elegir la vida es luchar contra la mentalidad del usar y tirar y del todo y rápido. Elegir, especialmente hoy, es no dejarse domesticar por la homogeneización, es no dejarse anestesiar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad, es saber renunciar al aparentar y al mostrarse» dijo este domingo el Papa Francisco durante la misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en un acto reducido por las disposiciones sanitarias contra el Covid-19.
En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, Francisco arremetió contra «la fiebre del consumo, que narcotiza el corazón con cosas superfluas». También alertó de la «obsesión por la diversión, que parece el único modo para evadir los problemas, pero que solo los pospone”.
Reprochó que en la sociedad juvenil actual «hay una fijación en la reclamación de los propios derechos» y se llega a olvida «el deber de ayudar».
Por ello, ha reivindicado el verdadero amor que es sobre todo «don, elección y sacrificio», frente a «la gran ilusión sobre el amor, que parece algo que hay que vivir a fuerza de sentimientos». De este modo, ha instado a los jóvenes a «no renunciar a sus grandes sueños» y a no contentarse «con lo que es debido», sino a buscar «metas altas, con alegría y audacia».
«No estamos hechos para soñar con las vacaciones o el fin de semana, sino para realizar los sueños de Dios en este mundo», manifestó.
El Papa también ha reivindicado ante los jóvenes la importancia de tomar en la vida «decisiones firmes» y «fundamentales». Según ha señalado, las elecciones banales conducen a una «vida banal», mientras que las elecciones grandes hacen «grande la vida». Y ha especificado: «Nos convertimos en lo que elegimos, para bien y para mal. La belleza de las elecciones depende del amor».
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