Ciudad de México.- El municipio de Acatlán de Osorio, a casi tres horas del centro de Puebla, es una población con una situación económica y social de abandono, que atestiguó un hecho único: el 29 de agosto de 2018, el linchamiento de Alberto Flores Morales y su sobrino Ricardo, afuera de la comandancia municipal, fue transmitido en vivo por redes sociales.
A cinco meses del hecho, algunos pobladores hablaron para Ruido en la Red pidiendo el anonimato, en medio del ambiente de miedo y desconfianza que perdura en este municipio de 33 mil habitantes. Coincidieron en que ese día lo que imperó fue: el hartazgo.
“Aquí la seguridad no la hay, justicia yo no veo. Ese es desafortunadamente, el drama de nuestro pueblo”, dijo un habitante.
En la mente de los habitantes de Acatlán quedan tres recuerdos: la poca preparación de las autoridades para actuar ese día; que las personas linchadas estaban dentro de la comandancia; y el hartazgo de la población.
“En los lugares visibles empezaron a poner: ‘delincuente, no te atrevas a robarnos, porque te estamos vigilando, y si te logramos aprehender…’”, dijo un vecino de la zona. “Hay amenazas, pues, dándole a entender que los iban a linchar. Esto ya tiene unos cinco años”, añadió.
El caso de Alberto y Ricardo ha sido el suceso más difundido en Puebla, pero es sólo una muestra en una estado que concentra, junto con la Ciudad de México y el Estado de México, más del 65 por ciento de linchamientos del país.
Otra comerciante de Acatlán denunció: “Es eso, el miedo, el temor de que algo nos hagan. Nosotros queremos ver a esos delincuentes encerrados por el miedo, pero tienen un proceso y la gente ya no cree en eso”.
Antonio Fuentes Díaz, académico de la BUAP, consideró que había “las condiciones” para que se diera ese caso. “En condiciones de vulnerabilidad, sea por precarización, sea por vulnerabilidad social a partir de cambios estructurales profundos. Esto vinculado con otra serie de factores, por ejemplo la cuestión de la impunidad; el escaso acceso a la justicia”, dijo.
El 29 de agosto en Acatlán, la gente se organizó a través de mensajes en Whatsapp. “Se me hace increíble. Cuando yo escuché que estaba el alboroto, a mí me llegaron varios mensaje invitando a que viniéramos y no permitiéramos que no se hiciera justicia que eran unos secuestradores”, dijo otra comerciante de la zona.
La organización entre vecinos no sólo se ha dado en Acatlán, también en otros puntos de Puebla, incluida la capital del estado, los pobladores están preparándose con grupos de Whatsapp, silbatos e incluso armas, para enfrentar a los delincuentes.
Una líder vecinal de la colonia Santa María, en la capital poblana, narró: “en algunos puntos, no en toda la colonia hay mantas de este tipo. Hemos visto que ha tenido, hasta cierto punto, algún tipo de resultado, porque no saben ellos si realmente lo vamos a cumplir o no”.
“No estoy incitando a la violencia, no estoy incitando a linchar a una persona. Matar a una persona es un delito, pero son consecuencias. Nosotros tenemos que defender lo nuestro”, dijo.
Enrique, dirigente de la mesa directiva de la colonia 20 de noviembre, explicó que lo que se busca hacer es detener a los delincuentes para entregarlos a la Policía.
“Pero llega la mala suerte de que ya también la colonia, el vecindario, ya está hasta el tope, y tienden a golpearlo, y tienden a cobrarse la factura”, dijo.
En los últimos cinco años se incrementaron los linchamientos a nivel nacional, al pasar de un promedio anual de entre 30 y 40 casos, a un aproximado de 100, según las estimaciones más bajas.
Antonio Fuentes Díaz, académico de la BUAP, tiene un registro de 333 intentos de linchamiento o linchamientos consumados a nivel nacional en 2017. En Puebla se habrían registrado la tercera parte: 111.
Fuentes Díaz asegura que desde 2013, Puebla comenzó a ocupar el primer lugar en linchamientos del país.
Raúl Rodríguez Guillén, especialista de la UAM, estima que de los más de 900 linchamientos ocurridos en México en los últimos 30 años, el 66 por ciento ocurrió durante los últimos cinco años.
Los académicos trabajan sus propios cálculos porque no existe un registro oficial; además el linchamiento no está considerado como delito en nuestro país.
En la Ciudad de México, la Secretaría de Seguridad Pública reconoció que de una incidencia nula en 2008se pasó a 10 intentos de linchamiento y 3 casos consumados el año pasado.
La Secretaría de Seguridad del Estado de México pasó de atender un intento de linchamiento al año entre 2013 y 2015; a 12 en 2016; once en 2017; y 15 en 2018.
En 2016 se consumaron en el Edomex un linchamiento; en 2018 se consumaron dos.
Sin embargo, las cifras oficiales quedan a la baja si se comparan con los reportes de prensa.
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