Excelente crónica narrativa de los hechos acerca del crimen de la indígena Ernestina Ascencio por la periodista Sanjuana Martínez, directora de Notimex.
Hoy (ayer), Día Internacional de los Derechos Humanos me permito contarles la historia que investigué del asesinato de la anciana indígena nahua Ernestina Ascencio Rosario, violada de manera tumultuaria por soldados el 6 de febrero de 2007.
Fui a la sierra Zongolica en Veracruz donde ocurrieron los hechos. A pesar de la veintena de testimonios de familiares y médicos forenses que recabé, además de esta foto que pretendieron ocultar y demostraba con la sangre que se trataba de un asesinato y también de diversos documentos de las necropsias que pude obtener, el entonces presidente Felipe Calderón decretó que la señora había muerto por “gastritis crónica”, mientras el gobernador en ese momento de Veracruz, Fidel Herrera ocultaba las pruebas. Fue una infamia más de su sexenio.
Han pasado 13 años y hoy (ayer) Alejandro Encinas anunció que el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó la reapertura del caso en busca de justicia y reparación. Es una gran noticia.
Les dejó un texto que escribí el 6 de febrero de 2008 desde Zongolica a donde volví cuando se cumplió un año de su asesinato. ¡Justicia!
La verdad científica
Tetlatzinga, Veracruz.- “La violaron los soldados”, es la frase más repetida en esta comunidad que fuera el hogar de la anciana indígena Ernestina Ascencio Rosario. Nadie lo duda. Testigos, autoridades vecinales y líderes campesinos no solo ofrecen la declaración de la propia víctima, sino que se remiten a los documentos científicos que así lo demuestran.
Colgadas de la Sierra de Zongolica, multitud de chozas de madera se pierden en la niebla de este lugar majestuoso, cuya pobreza extrema contrasta con la dignidad de sus habitantes. Destacan las cinco casas de concreto diminutas y blancas, que el gobierno de Veracruz regaló a los hijos de la difunta. Las flores esparcidas en un barranco son la única señal que recuerda el lugar donde encontraron a Ernestina:
“Los soldados la violaron por los tres lados: por la boca, por la vagina, y analmente. Tenía sus rodillas heridas. Fueron cuatro o cinco y primero la obligaron a hacerles sexo oral”, dice con un nudo en la garganta, en el lugar de los hechos, Gregorio Ascención Domínguez, uno de los 17 testigos de lo ocurrido.
El dictamen del doctor Juan Pablo Mendizábal Pérez con fecha 26 de febrero —un día después de la muerte de Ernestina— lo corrobora, e incluye de manera enfática la lesión en glándula mamaria derecha: “excoriaciones dermo epidérmicas en rodillas y piernas tercio superior”. En términos legales, lo que vale en este tipo de hechos, es lo que sucedió en las primeras horas.
La primera necrocirugía de este médico forense adscrito a la delegación de servicios periciales de la ciudad de Orizaba certifica la agresión sexual contra Ernestina a las 11 horas de ese día. El documento, junto al primer certificado médico, la segunda necrocirugía y la secuencia cronológica dentro de la investigación ministerial no dejan lugar a dudas. Fue una violación.
El doctor Mendizábal con más de 20 años de experiencia en medicina forense es contundente a la hora de referirse al área de genitales: “se aprecia líquido seminal en abundancia, equimosis y eritemas en región púbica, desgarros recientes en 6 horas en relación a las manecillas del reloj. A nivel rectal se apreció melena salida de líquido hemático por recto en abundancia con múltiples desgarros en horas: 12, 3, 6, 9 en relación a las manecillas de un reloj”.
Las lesiones físicas aparecen en varias partes del cuerpo de Ernestina. En cabeza: “hematomas en región frontal parcial izquierda y derecha, así como en regiones temporales. En cuello: “crepitación en región cervical o posterior del mismo”.
En tórax: “lesiones en tórax derecho e izquierdo equimosis así como en glándula mamaria derecha, cuadrante externo”. En abdomen: “intestinos con hemorragia, hígado con proceso patológico, páncreas, baso, estomago en su interior con sangrado”.
La apertura del tórax determinó: “fractura de arcos costales derecho e izquierdos, terceros, cuarto, quinto, sexto…”
El “cronotanatodiagnostico” del médico forense es: “traumatismo craneoencefálico, fracturas, luxación de vértebras cervicales, anemia aguda”. Tipo de muerte: “mecánica traumática”.
“Yo estoy con mi conciencia tranquila. Y sostengo mi dictamen” — dice de entrada el doctor Mendizábal Pérez— “Cuando hago una necropsia no pienso en la afiliación política del cadáver. En el momento en que hago un dictamen no pregunto nada. Mi objetivo es hacer las cosas bien, apegadas a la realidad y a la verdad. Nosotros no tenemos ningún fin político. Yo no sé qué fines persigue la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Yo nada más me dedico a la medicina legal. Allí están las laceraciones vaginales, las cuatro lesiones en el recto y muy importante: la lesión en glándula mamaria derecha”.
Él y otros dos médicos peritos fueron suspendidos de sus funciones y a las pocas semanas reinstalados: “Mi primera reacción fue descontento. No lo consideré justo. No existía ninguna recomendación al respecto, simplemente fue por la presión que había ejercido la CNDH. Tengo una experiencia de 20 años. Tengo diplomados y una maestría abalada por la Universidad Autónoma de Puebla. He tratado de actualizarme y trato de ofrecer mi mejor esfuerzo. El desprestigio que se me ha hecho está muy mal, sobre todo porque hay una afectación a nivel moral de toda mi familia, de mis hijos, de mis hermanos”.
La segunda, sin contradicciones
Once días después de la primera necropsia, el cuerpo de Ernestina fue exhumado por el doctor Ignacio Gutiérrez Vásquez. En ocho páginas con fotografías detalladas de las cavidades vaginales y anales, el médico forense pasa al examen ginecológico con un extenso video: “se coloca el cuerpo del cadáver mediante ayuda de los médicos auxiliares, se aprecia edema vulvar, procediéndose a la separación de labios mayores de los menores apreciándose eritema de los mismos, clítoris en su capuchón sin lesiones que citar…”
Continúa: “Con el cuerpo colocado en posición adecuada para revisión de cavidad se procede a revisar región peri anal, apreciándose múltiples zonas equimoticas, algunos pliegues conservados, se procede a separar con mucho cuidado los pliegues, observándose la presencia de 4 desgarros situados a eso de las 4,5,8 y 9 con respecto a la carátula de un reloj, que corresponden a desgarros recientes, siendo el de mayor tamaño el ubicado a eso de las 5 tomando como base la carátula de un reloj, mismo que llega hasta el tejido mucoso, en forma de bisel…”
En entrevista, el doctor Gutiérrez Vásquez afirma: “Dicen los de la CNDH que no hay lesiones, pero si las hay. Inclusive mi dictamen aporta fotografías a color. Hay equimosis por contusión en brazo derecho y la glándula mamaria. Además, los cuatro desgarros de la región anal. Mi dictamen, aparte de ser descriptivo, es objetivo”.
— ¿Esos desgarros indican la violación anal y vaginal?
— Indican una penetración de un objeto duro y romo. Yo no puedo precisar si es pene o cualquier objeto. No puedo determinar la violación, eso lo hace el Ministerio Público, yo nada más doy los elementos del crimen y le clasifico la lesión.
— ¿Y las laceraciones que encontró en la vagina, que significan?
— Que hay un descubrimiento porque también hubo la oportunidad de frotar algo allí. Las laceraciones se pueden deber a una violación o por huellas de rascado si es que la paciente presenta algún flujo por alguna micosis, etcétera; pero en este caso tengo que aclarar que no presentaba ningún dato de tener ninguna alteración agregada. El cuerpo se encontraba tricotomizado, es decir, estaba limpio, había un rasurado.
Afirma que en la segunda necrocirugía practicada por él, corrobora las mismas lesiones que señala el doctor Mendizábal en la primera necropsia del 26 de febreros: “No hay diferencias entre las dos necropsias. El doctor Mendizábal describe los mismos desgarros. La doctora María Catalina Rodríguez Rosas, especialista en delitos sexuales, también describe los mismos desgarros”.
Los tres dictámenes fueron realizados por tres personas que no se conocían entre sí, y en fechas distintas. El primero fue por la doctora María Catalina Rodríguez Rosas, quien vio a Ernestina en sus últimas horas de vida y le practicó un examen médico el 26 de febrero: “se observa vulva de acuerdo a edad y sexo, vello púbico tipo ginecoide, labios mayores cubren a los menores se observa en labios mayores con laceraciones en horas 3 a 5, y 7 a 11 en relación con la carátula del reloj, labios menores con equimosis difusas en horas 5 a 7, capuchón del clítoris sin lesiones aparentes…se observa equimosis de tercio inferior pared posterior de vagina, himen anular con desgarros no recientes en horas 2, 3, 5, 7, 11 en relación a la carátula del reloj, edematosos, equimosis en toda la orla himenal. Horquilla vulvar eritematosa. Región anal, con eritema, pliegues radiados del ano con excoriaciones epidérmicas en horas 11 a1 en relación con la carátula del reloj, esfínter anal se observa desgarros recientes en horas 11 y 1 con sangrado escaso en capa relación con carátula del reloj, así como salida de líquido hemático trans anal en abundante cantidad”.
A los dictámenes de los tres peritos, se añade el diagnostico en los mismos términos de otra doctora. María Catalina Rodríguez, expone en su dictamen que tiene a la vista la nota médica de fecha 25 de febrero de 2007 a las 23:00 horas, firmada al calce por la doctora Rodríguez RCG la cual dice en su parte medular lo siguiente: “tacto vaginal con secreción blanquecina en intercoito vaginal, se observa equimosis de pared posterior de vagina, carvix posterior. Tacto rectal: con materia fecal liquida y sangre fresca en esfínter externo tono de esfínter disminuido en esfínter externo…” El diagnóstico no deja lugar a dudas: “paciente grave con riesgo de muerte, se informa al señor René Huerta Rodríguez de perforación de recto, bronconeumonía secundaria, encefalopatía hipoxico isquemica, hipotermia, agresión sexual”.
En entrevista, la doctora Rodríguez Rosas, defiende su dictamen y rechaza cualquier manipulación en su diagnóstico relacionado con las agresiones que sufrió en vida Ernestina Ascencio: “Solo Dios y yo sabemos lo que estoy pasando. Aparentemente las aguas están tranquilas, pero la tempestad va por dentro. No es justo”.
“Secuencia cronológica”
El doctor Gutiérrez Vásquez, asegura que los miembros de la CNDH estuvieron detrás de él durante la segunda necrocirugía: “A mi izquierda estaban ellos y a mi derecha, los médicos militares. Cuando yo hago mi examen les dije a la CNDH que si también querían muestras y ellos dijeron que no, que solo eran observadores. Y después se ponen a pedir en últimas fechas las muestras. Ahora bien, a los que si les entregue muestras esa vez, fue a los médicos militares e inclusive cuando yo termine de revisar la región genital y la región anal y procedo con mis hisopos a tomar las muestras, los médicos militares me dijeron que querían llevarse una porción de una parte del esfínter e hicieron un corte con un bisturí, previo permiso del Ministerio Público”.
— ¿Los militares se llevaron también muestras del líquido seminal?
— Y de tejidos. Tenían permiso de la Procuraduría de Veracruz.
— ¿Entonces es muy sospechoso que la CNDH no pidiera muestras?
— Pienso que sí. Lo que digo es que hay lesiones que nos indican que efectivamente hubo agresión. Yo lo que hago es clasificar mis lesiones y el ministerio tiene que encuadrar el delito. Yo tengo 20 años de experiencia, soy catedrático, tengo una licenciatura en derecho y una maestría en derecho penal. Estoy certificado por el Consejo Nacional de Medicina Legal y Forense. No soy un improvisado”.
— ¿A usted no le quedo ninguna duda de que Ernestina fue agredida?
— Ninguna. Porque yo fui a corroborar un diagnóstico de desgarros a ese nivel. Yo estaba dispuesto a realizar una junta con los médicos militares y con los de la CNDH para demostrar quien tiene la razón. Ellos dicen que las lesiones fueron ocasionadas con bisturí porque tome muestras. Yo no tomé muestras con bisturí. Además, una lesión con un bisturí es de bordes nítidos, lineales y en un cadáver se ve blanquecino, no es lo mismo a un desgarro que tiene coagulación”.
Las diferencias entre la primera y segunda necropsia, según dice, son producto de que entre las mismas, existe una diferencia de 11 días y eso genera cambios en el cadáver por los procesos de putrefacción: “La del doctor Mendizábal fue una necrocirugía, la mía fue una exhumación y necrocirugía con toma de muestras, igual que él, en donde se encontró una proteína P30 y fosfata ácida, indicativo de factor prostático, solo en los hombres. Encontramos una en la región anal, eso es indicativo de que hubo algo, se encontró allí por efectos de fluido. Yo encontré otro tipo de muestras donde encontré un cromosoma Y, indicativo del sexo masculino”.
La secuencia cronológica de las diligencias dentro de la investigación ministerial 140/07/AE que consta de 11 páginas inicia corroborando la declaración que la propia Ernestina hizo, cuando dijo que los soldados la habían violado, tomada por personal del nosocomio: “Se presenta una persona que dice ser sobrino de nombre Alfredo Ascensión Marcelino, manifestando que esta había sido violada… también se recibe llamada de la trabajadora social del Hospital Regional de Río Blanco, Veracruz, para el mismo efecto”.
Con información de agencia Notimex; Sanjuana Martínez
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