La centenaria tradición religiosa de la representación del viacrusis, volvió este viernes santo a las calles de Iztapalapa en la Ciudad de Mexico (CDMX), tras lo peor de la pandemia del covid-19, miles de habitantes reviven la Pasión y muerte de Cristo.
Se trata de una de las tradiciones más antiguas que se realiza en México durante Semana Santa en el barrio de Iztapalapa, y también la mas popular en el país, donde por dos años debido a la pandemia por coronavirus, esta representación se había realizado a puerta cerrada.
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Desde temprana hora, miles de personas volvieron a colmar las calles de esta alcaldía del oriente de Ciudad de México, cuyo barrio, de unos 1.8 millones de habitantes, en estos días se vuelca para representar este acto de fe católica con cientos de actores aficionados, que buscan con esto mantener la tradición que ha prevalecido por casi más de dos siglos.
De acuerdo con representantes del Comité Organizador, este año se esperaba que al menos 1.5 millones de personas fueran testigos de la celebración religiosa en las calles de Iztapalapa.
Esta tradición lleva ya realizándose 179 años, y el escogido para personificar a Cristo en el Viernes Santo, debe cargar una cruz de 70 kilos a lo largo de tres kilómetros, desde la plaza central de Iztapalapa hasta la cima del cerro de la Estrella.
Es en este cerro, el lugar de la crucifixión y fue un centro ceremonial azteca, donde se hacía la ceremonia del fuego nuevo, que representaba el final y el inicio de un nuevo siglo de 52 años, transformado con la llegada del catolicismo español.
Cientos de nazarenos, hombres y mujeres ataviados en túnicas moradas, quienes descalzos acompañan en su recorrido a Jesús, este año representado por el joven Axel González Bárcenas, forman parte de este festejo popular.
México es la segunda nación del mundo por número de católicos tras Brasil con más de 97.8 millones de personas, según el censo de 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que destacó que el 77.7 % profesa esta religión.
Según datos históricos, los pobladores de Iztapalapa, que entonces no era barrio sino un pueblo vecino de la capital, decidieron realizar esta escenificación religiosa como acto de fe para que Dios pusiera fin a una epidemia surgida en 1843.
Casi dos siglos después, la pandemia por coronavirus ha marcado también a los miembros de esta comunidad, como relata un habitante “Volvemos a los orígenes. La pandemia del cólera mórbida nos ayudó a la fe. Hoy la fe nuevamente es la que nos mueve y nos hace pedirle al ‘señor de la cuevita’ que nos sane, no solo al pueblo y a los ocho barrios (que conforman Iztapalapa) sino que sane a todo el mundo”.