Ciudad de México.– El Metro de la Ciudad de México es un mundo subterráneo en el que más 5.5 millones de usuarios conviven diariamente. Con el vaivén de los trenes, los pasajeros se mueven entre las 195 estaciones, compran toda clase de productos en los pasillos, se alimentan, duermen, leen o escuchan música. Pero también hay quienes lo utilizan para agredir a través del acoso sexual y otros tipos de violencia contra las mujeres, como se vio con la ola de denuncias en redes sociales por intentos de secuestro.
Muchos hombres se sirven del Metro como escenario sexual para alimentar páginas de pornografía, en las que exponen los distintos tipos de acoso que practican en contra de mujeres. A pesar de que es un delito castigado con penas de uno a tres años de prisión, según el Código Penal de la Ciudad de México, la mayoría de las veces no se denuncia o se desiste a medio proceso, por eso la cifra negra podría ser mucho mayor.
Según la abogada feminista Karla Michel Salas, citada en el estudio “Atención y Prevención del Acoso Sexual en el Sistema de Transporte Colectivo Metro” (STCM), del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, se estima que en realidad hay entre 300 y 350 agresiones sexuales contra las mujeres en el Metro todos los días, las cuales suman más de 126 mil por año, pero sólo se registran alrededor de 300 anualmente.
Más de 22 mil videos, sin autorización de mujeres
A través de una búsqueda en internet, el grupo editorial y sitio web: Vice, constató que en cuatro de los sitios porno más visitados de América Latina hay más de 22 mil videos de índole sexual grabados en instalaciones del Metro de la Ciudad de México. Bajo títulos misóginos, las secuencias de imágenes dejan claro que fueron subidas sin la autorización de las mujeres que aparecen ahí.
En las grabaciones hay escenas de sexo explícito dentro de los vagones con poca gente, felaciones en pasillos y escenas de exhibicionismo. Sin embargo, dentro de estas páginas web, los videos más recurrentes son aquellos donde hombres acosan sexualmente a mujeres en distintas situaciones cotidianas, como las horas pico, los transbordos entre rutas o mientras esperan los trenes.
En los videos, algunos con más de un millón de reproducciones, aparecen mujeres grabadas y exhibidas sin ningún tipo de consentimiento. Las tocan a la fuerza entre la multitud, las graban por encima del escote o debajo de las faldas, son perseguidas entre los pasillos durante varios minutos, restriegan sus genitales cuando están sentadas o dormidas, y se masturban frente a ellas.
Misoginia en el subterráneo
“Iba en la línea verde hacia universidad y en Hidalgo se sube está (sic) mujer, primero le di un repegon por tres estaciones sintiendo su culo suave y mi verga bien erecta. Después se movió y comenzamos a tocarla”. Así, un usuario de una de las plataformas porno describe un video donde durante minuto y medio graba cómo manosea a una mujer sin su consentimiento, en un vagón de la Línea 3 que conecta Indios Verdes con Ciudad Universitaria.
En otra grabación de poco más de un minuto, una adolescente que está siendo acosada se da cuenta de que la están filmando. Mueve la cabeza de un lado a otro, buscando ayuda con la mirada, pero no hay nadie que interceda.
Los comentarios sobre el video están llenos de expresiones machistas y misóginas. “Muy seriecia (sic) la putita, si se ve que hasta agarra la botella como una verga, y todavía se encabrona, se viste como piruja? Es una piruja!”, escribe el usuario Al_medina, con el mismo lenguaje que replica en otros videos.
Otro usuario lo secunda con expresiones procaces y violentas, y repite la misma sugerencia en otros videos similares, donde llama a “darle levantón y una buena violadita” a la chica que grabaron deliberadamente.
Una gran inseguridad detrás de ellos
Para el sexólogo César Galicia, quienes se masturban con estas imágenes, es muy probable que sean personas con una gran inseguridad ya que, en la mayoría de los hombres, la gratificación sexual generalmente va a estar acompañada con una situación de poder en la cual se ubican como dominantes frente la otra persona.
“En el Metro hay espacios cerrados, con un chingo de gente, espacios donde fácilmente puedes hacer muchas cosas sin que la gente se entere, y por lo tanto es muy seguro para un hombre en cuestión de gratificación sexual”, dice el especialista a Vice sobre el acoso sexual en el Sistema de Transporte Colectivo.
Faldas levantadas, modalidad fetichista
La modalidad de acoso conocida como “upskirt” (faldas levantadas en inglés) es una de las más recurrentes en las instalaciones del gusano naranja y también de las más reproducidas en el submundo del porno.
En otra plataforma de videos XXX, por ejemplo, hay grabaciones que superan las 900 mil reproducciones, con hombres que persiguen y graban mujeres, muchas de ellas adolescentes quienes desconocen que serán exhibidas en internet para satisfacer un fetiche sexual.
“Siguiendo a nena por el metro…” o “Chica con pantimedias negras, falda y tacones…” son algunos de los videos que aparecen en este tipo de páginas, los cuales desde el título destilan un profundo machismo.
“Sienten la gratificación de pensar que pudieron por algún momento tocar o mirar a esta persona, transgredir ciertos límites que no podrían transgredirlos de otras maneras más que de una forma violenta, como lo es el acoso o grabar debajo de la falda”, comenta el conductor del videoblog Sexplaining, donde promueve la educación sexual.
“El tema no es tanto el Metro, sino la manera en la que a los hombres se nos educa (…) la sexualidad y el placer están ligadas al poder”, sentencia Galicia, psicólogo de formación.
Acoso disfrazado de romance
Las páginas porno no son los únicos espacios de internet donde se canaliza el acoso que viven las mujeres en México. Solo hace falta entrar a Facebook, red social que permite la existencia de páginas donde los usuarios, en su mayoría hombres, colocan fotos de chicas con quienes se cruzan en el Metro, a quienes fotografiaron sin permiso, para pedir que los ayuden a localizarlas.
El discurso que manejan los integrantes y seguidores de estos grupos está sustentado en un supuesto flechazo amoroso, aunque a decir de Galicia, estas páginas no pueden etiquetarse como parodia ni románticas, porque se trata de personas –chicos y chicas– que estaban en un espacio donde no querían hacer “match” con alguien.
Aunque menciona que es posible que dos personas se hagan amigos en el Metro, se conozcan o se enamoren, el especialista aclara que el Metro no es un espacio de convivencia sino de transporte, con códigos sociales distintos a los de un bar, por ejemplo, donde si dos personas buscan conocerse no hay problema porque entienden que es posible.
“El Metro es un espacio donde te mueves de un lugar a otro y es muy probable que al acercarte se considere una intromisión y con justa razón”, comenta el educador sexual a Vice, y agrega que subir la foto de una persona desconocida a Facebook para poder localizarla es “poder disfrazado de romance”, sustentado en la idea de “estar con alguien”, pero que solo terminan transgrediendo en la búsqueda de su propio deseo.
Diseño peligroso
Dana Corres, activista en temas de movilidad y género, plantea que, si bien el acoso y abuso sexual contra mujeres en torno al Metro capitalino tiene su origen en la misoginia y machismo, el diseño del STC favorece las agresiones, como los intentos de secuestro que activistas documentaron junto con la plataforma Serendipia Digital.
La integrante del Parlamento de Mujeres en el Congreso de la Ciudad de México menciona que el sistema de transporte está tan rebasado que las aglomeraciones que se generan en horas pico propician el acoso en los vagones.
“¿Por qué no escuchamos denuncias de secuestro en Metrobús? Porque el diseño no es un incentivo para ese delito. Las estaciones son angostas, iluminadas, no hay puntos ciegos, hay un policía y además hay una salida a cada lado”, escribió la activista en Twitter.
En cambio, el Metro es un sitio que por su naturaleza es oscuro, “está lleno de puntos ciegos, sus estaciones muchas veces van a dar a calles angostas o poco iluminadas o donde existen espacios que hacen fácil cometer ciertos delitos”.
Con el problema desbordado, en el año 2000 las autoridades mexicanas destinaron los primeros vagones exclusivos para mujeres. Pero, a decir de Corres, no debería ser la única medida y los responsables del Metro tendrían que trabajar en reducir las aglomeraciones con un mejor servicio, mayor frecuencia de trenes y un diseño urbano que contemple las necesidades de las mujeres.
Desconfianza en la autoridad
El delito de acoso sexual está contemplado en el Artículo 179 del Código Penal de la Ciudad de México para quien “solicite favores sexuales para sí o para una tercera persona o realice una conducta de naturaleza sexual indeseable para quien la recibe, que le cause un daño o sufrimiento psicoemocional que lesione su dignidad”. La pena puede alcanzar de uno a tres años de prisión. De acuerdo con datos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, en 2018 se acumularon 411 carpetas de investigación por este delito, el doble de las registradas el año anterior (208) en toda la capital.
Pero según el estudio Atención y Prevención del Acoso Sexual en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM), del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, la falta de denuncia o de seguimiento de la misma, por lo menos en este tipo de transporte, impide que se conozca de manera fehaciente la magnitud del fenómeno. Conforme a los reportes de 2017, a diario ocurre al menos un caso en las distintas líneas, pero muchos no terminan en una denuncia formal y no generan una carpeta de investigación que facilite el registro.
En ese año la modalidad de acoso más frecuente fue “tocamiento”, con 150 averiguaciones previas y 283 desistimientos. Seguido por “fotos o videos sin consentimiento”, con 13 averiguaciones previas y 37 desistimientos. En total, se registraron 574 casos, pero en 64 por ciento hubo desistimiento de la parte acusadora. ¿Las razones? El estudio legislativo cita miedo, falta de confianza en las autoridades y vergüenza, entre otros motivos que desalientan la denuncia.
¿Qué puede hacerse en caso de ser agredida?
Ante la reciente ola de inseguridad en el Metro, se instalaron Misterios Públicos móviles en las estaciones Martín Carrera, Coyoacán, Tacubaya, UAM-Iztapalapa y Mixcoac, con orientación a la mujer, para denunciar delitos como robo, intento de secuestro y acoso, aunque en todas las estaciones se puede acudir a la policía para auxilio y orientación.
Eso hicieron dos víctimas recientes, el lunes 4, en casos por separado. Uno de ellos, en el Metro Constitución 1917, cuando una usuaria detectó que un hombre la seguía y tomaba fotos. Ella lo reportó con guardias del pasillo. Las autoridades detuvieron al hombre de 47 años y comprobaron que tenía dichas imágenes en su teléfono.
En el otro incidente, en la estación Xola, una mujer se percató que un individuo la seguía y la miraba con insistencia, por lo que descendió del vagón para pedir ayuda. También fue detenido con evidencia en su celular.
A las dos mujeres se les brindó asistencia integral y los hombres fueron remitidos al Ministerio Público de la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Delitos Sexuales, informó la PGJ capitalina.
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