La decisión del Gobierno del Estado de tomar el control total de la Policía de Tulum, tiene detrás un par aspectos interesantes para analizar.
El primero es el más evidente. Aunque en el comunicado oficial que publicó este domingo en redes sociales el encargado de despacho de Seguridad Pública estatal, Lucio Hernández, hace una referencia indirecta casi exclusivamente al tema de brutalidad policial que culminó con la muerte de Victoria, trágica historia ya conocida por todos, lo cierto es que el tema va más allá.
Tulum se ha convertido, literalmente, en tierra de nadie. Hay ataques violentos a negocios, que ya han dejado hasta turistas asesinados; las fiestas clandestinas dejan una muy detectable estela de contagios de Covid que llega a todos los mercados emisores de turismo; la zona turística está controlada por los grupos del crimen organizado, y, para colmo, en el Estado tienen información de que un nuevo grupo está ingresando al municipio.
Por eso, más allá de la espectacularidad de las medidas adoptadas por Seguridad Pública estatal, la pregunta es por qué no se tomó antes esta decisión. ¿Nadie se dio cuenta que Tulum estaba a la deriva? ¿Por qué cuando Solidaridad no se quiso unir al Mando Único hasta se emitió un decreto para obligarlos a hacerlo, y a Tulum se lo dejó libre, al azar, en manos claramente incapaces para manejar un municipio con ese nivel de crecimiento y futuro?
Las respuestas, seguramente, no las va a dar nadie, pero quizá no haga falta, porque los hechos por sí mismo hablan de un gran fracaso político en ese municipio.
El segundo aspecto es de tipo político electoral. Da toda la sensación de que esta decisión del estado, que no pudo tomarse sin la venia del gobernador Carlos Joaquín, es una señal demasiado clara de que es muy difícil que el alcalde Víctor Mas sea finalmente el candidato de Va por Quintana Roo a la reelección en Tulum.
Desde hace días, en la cúspide del poder del estado se analiza la posibilidad de sacarle la candidatura a Víctor Mas, y dejar al tesorero, Edgardo Díaz, que es su suplente en la planilla.
El problema es que tanto en el PAN como en el PRD, los principales aliados de Carlos Joaquín, creen que no se trataría de un cambio electoralmente rentable. Creen que Edgardo Díaz hubiese sido un buen candidato en otras circunstancias, y no a horas de que comience la campaña electoral.
Otros, más realistas, pragmáticos o directos, dicen lo que parece un secreto a voces: no hay forma, a cómo están hoy las cosas, de que el joaquinismo pueda mantener Tulum ante el avance de Morena y su candidato Marciano Dzul.
La realidad es que desde el momento en que los grupos internos de Morena se unieron, y también los aliados de la 4T, el Verde y el PT, a la candidatura de Marciano, la suerte de Víctor Mas quedó marcada.
Y un problema similar se extiende hacia otros municipios donde parece que el joaquinismo no jugó bien sus cartas, como Isla Mujeres y Lázaro Cárdenas.
Pero esos temas, muy interesante, serán objeto de una colaboración futura.
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Esta entrada fue modificada por última vez en lunes, 9 de agosto, 2021
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