Si en septiembre de 1955 hubiera existido el Weather Channel, la Internet y las redes sociales, más de 100 vidas quintanarroenses se habrían salvado.
Por aquel tiempo la información meteorológica solo era posible a través de los radiogramas militares, mientras que las alertas a la población se lanzaban a través de carros parlantes (perifoneo).
A pesar de que la administración del gobernador de Quintana Roo, José Margarito Ramírez Miranda era nefasta, la mayoría de las fuentes coinciden en que, al menos en esa ocasión, el gobierno sí actuó con prontitud, pero fue Chetumal quien ignoró las advertencias.
La historia nos permite hacer un recuento de aquel fatídico 27 de septiembre de 1955, cuando la capital del territorio pagó muy cara su imprudencia.
DE LA RISA AL LLANTO
La benevolencia con la que había tratado a Chetumal el ciclón del 8 de noviembre de 1942 (los huracanes con nombre aparecen en 1953), hizo que su población se excediera de confianza. Si antes no había pasado absolutamente nada, por qué ahora tendría que ser diferente.
El 22 de septiembre de 1955, cerca de la isla de San Vicente, en el Caribe, nació el huracán “Janet” que a su paso fue sembrando muertos hasta sumar poco más de 200, incluyendo la caída de un avión cazahuracanes con 11 personas a bordo.
En Chetumal, sin embargo, hombres y mujeres, adultos y niños, todos por igual, tomaron la presencia del “Janet” como una aventura: “¡Qué venga ‘Janet’!, ¡Qué venga ‘Janet’!”. Por ese tiempo – igual que en la actualidad– la gente pensaba que si en ese año ya había pegado uno, difícilmente volvería a tocar otro, pero 1955 fue una dolorosa lección que debemos aprender: NO existen las “cuotas de desgracia”, ni la tragedia tiene límites.
Ese mismo año de 1955, el 10 de julio, dos tormentas atacaron simultáneamente Quintana Roo: una que terminó en la Bahía de la Ascensión, y otra que se impactó en la zona de Cancún.
Posteriormente, el 19 de septiembre del fatídico año, el huracán “Hilda” causó destrozos en la zona de Felipe Carrillo Puerto.
Entonces, inocentemente se pensó que con eso habíamos cubierto nuestra “cuota de desgracia”, pero… lo peor estaba por venir.
A pesar de las múltiples advertencias de evacuar la zona baja de Chetumal, muy pocos hicieron caso de las llamadas que hizo el gobierno del Territorio. El “Janet” fue subestimado de manera IN-SUL-TAN-TE, a grado tal que hubo quienes se atrevieron a permanecer jugando en un billar mientras entraba el monstruo; la madre naturaleza tenía otros planes.
El mar de la bahía se fue “yendo” hasta quedar completamente seca, luego regresaría como un tsunami de poca altura, como un látigo violento empujado por vientos de más de 265 kilómetros por hora. Fue hasta entonces que la población reaccionó; muchos lograron salvar sus vidas, otros pagaron muy caro el error.
La tragedia estaba consumada en la noche del 27 de septiembre de 1955. El saldo oficial fue de 87 muertos, de los cuales 49 fueron niños, más un número indeterminado de desaparecidos.
Hace 63 años, Chetumal vivió lo que esperamos jamás vuelva a ocurrir en ninguna ciudad de Quintana Roo.