¡Se lo llevaron todo los ejidatarios!

El 30 de marzo de 1975, el presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, llegó a Cancún para asistir a un banquete que le ofrecieron las delegaciones de México y Estados Unidos, que celebraban aquí su XV Reunión Parlamentaria.

Posteriormente, el mandatario inauguró el aeropuerto internacional de la ciudad y realizó una visita al Nuevo Centro de Población Ejidal “Alfredo V. Bonfil”, en donde hizo entrega de un aserradero y una planta de material de construcción a los ejidatarios.

Luego, sin mayor protocolo, el presidente Echeverría les ofreció pasar con ellos la próxima Navidad. Esa ha sido la primera y hasta el momento única vez, que un jefe de la nación decide pasar el 24 de diciembre, de manera oficial, en Quintana Roo. Así recuerda aquel invierno de 1975 el ingeniero Alfonso Covarrubias Lugo, gerente del Proyecto Cancún, por parte de Fonatur, de 1974 a 1976.

“…en esas estábamos, cuando se anunció que el presidente venía a Cancún, pero a pasar la Navidad en el ejido. El primer inconveniente era que las huestes presidenciales nunca se tomaban la molestia de hacer una reservación de hotel, y llegaban al grito de ‘ábranla que somos el Estado Mayor’, ni quien osara ponérseles enfrente; se hacían de cuartos de hotel sin medir consecuencias”, dijo.

Finalmente, el plazo se cumplió y el 23 de diciembre de ese año llegó a Cancún el presidente Echeverría en lo que fue su décimo segunda visita al estado de Quintana Roo, y venía – tal y como lo había prometido – a pasarla con sus amigos los ejidatarios de Bonfil.

TODO ES SUYO…

El encargado del banquete fue el italiano Umberto Roma Fabio, quien dice que fue una cena yucateca para dos mil 500 comensales en el que se sirvió sopa de lima, lechón al horno y cochinita pibil. Para ello fueron necesarios 220 pavos y 150 lechones.

Roma dice que todo se cocinó en hornos de panadería, en Mérida, Yucatán, un día antes. El banquete había sido contratado por Félix Barra García, secretario de la Reforma Agraria, del gobierno “echeverrista”.

Toda la comida se trajo desde Mérida en un tráiler con refrigeradores, pero a la salida de la capital yucateca se echó a perder el sistema de enfriamiento y Roma cargó todos los pavos en su auto LTD, nuevecito, lo acababa de comprar, que tenía aire acondicionado.

“Llevaba dos días sin dormir y antes de llegar a Valladolid me salí dos veces de la carretera. Entonces me paré y le dije a un taxista que tomara el volante y me llevara a Cancún.

“Llegamos a las 5 de la tarde y un amigo mío, Jorge Arigunaga, que tenía la representación de Purina, o algo así se llamaba, tenía congeladores y le dije: Jorge por favor saca todas tus cosas, porque necesito que esto estén en el cuarto frío por lo menos un par de horas, o yo me pelo por Belice (risas)”.

Durante la cena, el invitado de honor era el presidente de Tanzania, Julius Nyerere, quien estaba importando el henequén de Yucatán, de pronto el presidente Luis Echeverría Álvarez tuvo la puntada de decir: “Todo lo que está aquí es de ustedes”… Y se lo llevaron ¡¡¡todo!!! Mesas, sillas, cubiertos, vajillas. Incluso la mesa de 50 personas en la que estaba Echeverría.

Al Ayuntamiento le costó 300 mil pesos el equipo de estufas que había rentado para calentar la comida, pero al Gobierno Federal el “chiste” salió en más de dos millones de pesos que, de acuerdo con Roma, este sería apenas el saldo. No recuerda cuánto fue en total.

“Al día siguiente, fui al hotel Camino Real a presentar mi cuenta a Félix Barra García y él llegó con su maletín lleno de dinero y con el Estado Mayor Presidencial, y me dice: ‘No, a mí no des esa factura, dame tres facturas en blanco y ya. Aquí está tu dinero y que te vaya bien”.

Vale la pena mencionar que años más tarde, Félix Barra García fue detenido e ingresado a la cárcel, enjuiciado por extorsión. Fue el primer proceso judicial contra un exsecretario de Estado.

Por Francisco Verdayes Ortiz

Radar Peninsular