Se necesitaron 19 años para que el ex sacerdote católico Mauricio Víquez Lizano, acusado de violador y quien se escondía en México, fuera condenado finalmente a 20 años de prisión por la violación sexual en 2003 de varios niños en Costa Rica.
El pasado miércoles, un tribunal penal dictó la condena de 20 años de cárcel contra Víquez Lizano, quien no pudo escapar de la justicia a pesar de su intento de mantenerse escondido en México presuntamente solapado por la propia iglesia.
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Capturado en 2019 en México, tras una persecución policial motivada por la divulgación de denuncias que en Costa Rica habían interpuesto otros tres hombres contra el sacerdote y contra la cúpula de la Iglesia Católica por encubrimiento, el degenerado «hombre de Dios» fue hoy condenado por sus delitos.
El violador amparado en su sotana, por poco y escapa a la justicia gracias al paso de los años, pero los jueces penales determinaron que no hay dudas de que Víquez cometió un delito de violación agravada y de abusos sexuales, en el único caso que escapó de la caducidad legal.
La víctima que tras 19 años al fin verá justicia, es un joven de 30 años hoy, pero en el 2003 Josué Alvarado era un pequeño de once años, quien para ayudar en su hogar pobre, se acercó a pedir ayuda a la parroquia de su distrito Patarrá, al sur de la capital de uno de los pocos países de occidente que aún tiene religión oficial católica en su Constitución Política, Costa Rica.
Allí conoció al sacerdote se llamaba Mauricio Víquez Lizano, un nombre más que conocido en el país porque solía hablar en nombre de la Iglesia. Era una figura de respeto y casi veneración para muchas familias que jamás hubieran creído que ese hombre amable de cuerpo grande era un violador.
El religioso daba comida o dinero al niño para que ayudara a su familia a cambio de trabajos menores en la parroquia, pero era una estrategia para ganarse su confianza, pues después de un tiempo decidió atacarlo sexualmente, incluso con penetración.
Allí estaba hoy Josué, quien decidió salir del anonimato para estar presente en el momento de la sentencia. Dijo a la prensa en cámaras lo que significaba para él: “Con el fallo, sentí una liberación total, el fantasma que me acarreaba desde los 12 años desapareció y puedo darle vuelta a la página de mi libro”.
Hoy se condenó a 20 años de cárcel al cura que nos abusó y esta foto significa tanto, somos un grupo de víctimas y sobrevivientes, unidos logramos modificar leyes, inspirar sanación, dar un mensaje de lucha y sobretodo encontrar justicia. Valientes y resilientes, lo logramos! pic.twitter.com/K4I6W3X1lX
— Anthony Venegas (@tony_veneg) March 30, 2022
Los otros denunciantes contra Víquez estaban también ahí acompañando a Josué Alvarado y de inmediato se abrazaron los cuatro en una esquina del salón de juicio, convencidos de que la condena de este miércoles vale también para todos.
Sin embargo, el abogado personal de Víquez dice que apelarán la sentencia, que su defendido ni conocía a Josué. La iglesia no tiene participación formal porque desde 2019 expulsó a Víquez del ejercicio sacerdotal tras un proceso canónico, después de divulgarse en la prensa los relatos de víctimas de Víquez reportados desde 15 años atrás a las autoridades eclesiales.
Escurriendo el bulto, la Arquidiócesis de San José respondió a la prensa “Desde de hace meses, hemos manifestado la necesidad de que el señor Víquez compareciera ante los tribunales de la República. Hoy que se verifica la sentencia, reiteramos nuestro respeto por los jueces y sus veredictos”.
Pero la buena disposición de los obispos contrasta con su preocupación en el juicio civil que enfrenta el arzobispo de San José, José Rafael Quirós, por haber guardado las denuncias internas contra Víquez por años, según la demanda de Anthony Venegas, Michael Rodríguez y Carlos Muñoz, otros de los denunciantes.
Quienes reclaman a la Iglesia por proteger al sacerdote por tanto tiempo hasta hacer prescribir las causas penales por los abusos que aseguran que sufrieron cuando eran monaguillos en aquellos años en la parroquia de Patarrá y Tres Ríos, al este de la capital.