Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, ícono de la cultura en nuestro país cumple 113 años de su natalicio, 47 años de intensa y sufrida vida en la que nos legó el ímpetu y libertad de su pincel además de sus certeros apuntes acerca de su entorno social y su peculiar forma de ver la vida.
“Cada tic-tac es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés que el problema es solo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda”.
Con esas palabras, Frida Kahlo describió un día la fugacidad del tiempo; el avance incontenible de las manijas de un reloj, que imponen el más difícil de los retos: vivir cada instante, antes de que el segundero se detenga para siempre.
Este lunes 6 de julio se cumplen 113 años del nacimiento de Frida Khalo, una de las mujeres mexicanas ilustres, de existencia más intensa y controvertida.
Su vida, finalizada en medio de la angustia y la agonía a los 47 años de edad, transcurrió desde su niñez como las tragedias griegas y el hedonismo pagano romano, entre el dolor y el placer.
El destino le jugó las peores pasadas. A los seis años contrajo la polio y le afectó su pierna derecha, pero pudo sobreponerse a su impacto emocional, sobre todo en la adolescencia.
No obstante la amargura por esa deformación, fue una joven activa, jovial, enamorada, rebelde, de lenguaje chispeante, inteligente, con dominio del inglés y el alemán, traviesa e informal, hasta que un fatídico jueves 17 de septiembre de 1925, con apenas 18 años, un choque entre el autobús en que viajaba y un tranvía, le marcó la vida para siempre.
A partir de ese día Frida fue al quirófano en 22 ocasiones, incluidos sus últimos tiempos cuando no quedó otra alternativa que sacrificarle la pierna enferma por debajo de la rodilla para impedir que una gangrena la matara.
Su tortuosa existencia desde el punto de vista físico, psicológico y emocional la compensó con su entereza espiritual, su arte y la vida que escogió, la cual disfrutó a su manera, a pesar de tener que usar 25 corsés para corregir su postura.
Frida conoció el amor de muchas maneras, física y espiritualmente, dentro y fuera de las normas sociales, censurada o aplaudida, y su pintura fue su gran refugio en sus momentos de mayor depresión o máxima alegría.
Por tres ocasiones intentó ser madre, todas las veces con Diego Rivera, esposo y cómplice de aventuras y desventuras extramatrimoniales de una y otra parte.
Julio Antonio Mella y Tina Modotti fueron el eslabón entre ella y Diego, porque gracias al patriota cubano lo conoció. Todos eran comunistas, incluyendo a Frida, y ese fue el entorno que propició la unión. Su pintura refleja ese complejo universo de su corta vida, y de alguna manera la de Diego también.
Su obra es tipificada por algunos de sus amigos como una autobiografía plástica, una visión bastante cercana a su realidad.
Con información de https://www.prensa-latina.cu/index.php/component/content/?o=rn&id=379029&SEO=frida-kahlo-una-vida-intensa-sufrida
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