Piden milagros a Malverde y a la ‘Santa Muerte’ para pasar droga a EU

Ciudad de México.– Los devotos narcotraficantes del “buen ladrón”, Jesús Malverde, e incluso a “La Santa Muerte” le piden milagros para ayudarlos a cruzar drogas a Estados Unidos, a cambio le colocan altares con alcohol, flores, veladoras y marihuana. En los estados del norte del país su imagen es más reconocida que la de los santos católicos.

En aquella zona es usual ver playeras, estampas y murales con su imagen. Incluso se han construido capillas en su honor para que sus fieles le recen y su figura ha sido colocada en bastantes tumbas para cuidar el descanso de los capos del narcotráfico.

Culto a la Santa Muerte en México.

Hasta los criminales rezan

Así comenzaba sus días el personaje ficticio Rosario Tijeras antes de salir a asesinar gente en la Medellín sicarial que ella protagonizaba. Las plegarias iban dirigidas al Santo Juez, una figura de devoción que alaban tanto buenos como malos. Esta oración y otros rituales, como besar a sus víctimas antes de matarlas o poner a hervir en agua bendita las balas con las que hacía sus trabajos, la ayudaban, según ella, a salir ilesa de sus encomiendas criminales.

Y a pesar de que ella misma decía que se encomendaba a buenos y malos, su relación con la relación católica a lo largo de toda la novela (llamada igual: Rosario Tijeras) es innegable. Siempre tuvo en su billetera estampitas de María Auxiliadora y del Divino Niño, no le faltaban los escapularios, que eran tres: el de las muñecas, para la puntería; el de los tobillos para lograr huir de sus enemigos; y el del pecho, para burlar a la muerte. Esos dos últimos fueron los que le hizo falta a Ferney, el mejor amigo del hermano de Rosario, cuando lo asesinaron.

Al Divino Niño también se encomendaron, por igual y en la vida real, Pablo Escobar y el general Luis Alfredo Maza, el director del DAS en ese momento. Ambos atribuyen haberse salvado de los enfrentamientos mutuos a este santo tan colombiano.

Al final de la novela, Rosario muere desangrada en un hospital con los brazos en posición de cruz, cual Cristo redentor, a las 15:30 horas.

Un «jale» para que la devoción haga «buen efecto».

Los narcos rinden culto

El simbolismo, la religión y la superstición siempre han estado muy presentes no sólo en el sicariato colombiano, sino en general en el hampa Latinoamericano. Desde México los narcos le rinden culto, por ejemplo, no sólo a santos que el mismo crimen ha adoptado y glorificado luego del sincretismo español, como el Santo Niño Huachicolero, ahora el santo de los que roban combustible, sino a personajes que existieron dentro de su historia y fueron primordiales para los cárteles: San Heriberto Lazcano, uno de los líderes de “Los Zetas”, o “El Chayo”, quien fundó a la familia Michoacana.

Lo mismo sucede en Argentina, donde los pibes chorros, los jóvenes delincuentes de las villas, le rinden tributo a los suyos, como Frente Vital, un personaje mítico de las villas que delinquió desde los 13 años y murió por el presunto gatillo fácil de un policía. También existen figuras más folclóricas en este país a quienes se encomiendan los malandros argentinos, como Gauchito Gil, o Mate Cosido, una especie de Robin Hood argentino.

«Santa Muerte», venerada en Argentina.

“La Santa Muerte” muy venerada en el continente

Aunque en el continente, nuestro hampa también coquetea con imágenes más oscuras, como la Santa Muerte, a quien le rinden culto desde sicarios colombianos hasta narcos mexicanos, pasando por pandillas como la pandilla centroamericana Mara Salvatrucha – 13 (MS-13), quienes le rinden culto obligatorio a esta controversial figura religiosa como intermediaria entre ellos y Satanás.

No podría saberse con exactitud cuándo empieza esta relación entre crimen latinoamericano y fe. Quizá la relación existió desde siempre, como el resultado de un instinto de protección, una necesidad de sentirse acompañado, por vivos o muertos, y de perder el miedo cuando se está obrando mal, arriesgando de paso la vida propia.

Algo que sí se puede afirmar con seguridad es que tanto la religión como el crimen, son frecuencias comunes a través de las cuales resuena el continente. Y aunque muchos de estos santos y figuras no son exclusivos de los criminales de nuestro continente, y le cumplen otros milagritos al resto de habitantes de Latinoamérica, sí son figuras de devoción para la ilegalidad. Es por esto que quisimos plasmar la relación que muchos criminales tienen con sus figuras de culto en esta galería, donde se evidencia nuestra cultura criminal en su mejor expresión, si es que podemos decir eso: catolicismo, superstición, tradición, historia, brujería y sangre, todo en uno.

San Judas Tadeo.

San Judas Tadeo

“Por la gracia de San Judas Tadeo, que estas balas de este suerte consagradas, den en el blanco sin fallar, y que el difunto no sufra. Amén”, así se lee en un fragmento de La Virgen de los Sicarios, un libro del escritor colombiano Fernando Vallejo. En Latinoamérica se conoce como el santo de las causas justas o imposibles. Se consolidó como uno de los santos de los criminales colombianos durante la época de la bonanza marimbera y el inicio del narcotráfico en Colombia. En el centro de Bogotá se ubica una pequeña capilla al santo.

“San Juditas”, como le dicen popularmente en México, es la figura sagrada de moda entre los jóvenes de zonas marginadas de este país que acuden cada 28 de cada mes, sobre todo en octubre, a venerarlo al templo de San Hipólito en el corazón de la Ciudad de México. Aunque ahora es común ver a muchachos inhalando solventes y escuchando reggaetón durante la peregrinación al templo, ese tipo de caminatas para adorarlo se remontan al siglo pasado.

La tumba de Julio Garavito

A diario los despojos del astrónomo y matemático colombiano, ubicado en el Cementerio Central de Bogotá, recibe visitas: prostitutas, ladrones, sicarios se congregan alrededor de la tumba de color azul desgastado para hacer todo tipo de rituales, que siempre incluyen un billete de 20 mil pesos, en donde sale su cara. Las peticiones se relacionan con dinero, para que nunca les falte, para que siempre les salga “trabajito”, cualquiera que este sea. Tomar trago, fumar marihuana o esnifar perico en su compañía hace parte de los rituales que también se ven al lado de su tumba.

La “Niña Blanca” o la “Santa Muerte”

La tradición oral ubica los orígenes de la Santa Muerte en el pueblo de Catemaco, Veracruz, a mitad del siglo pasado. Se cuenta que la figura de una esqueleto cubierto con una manta y portando una guadaña se le apareció a uno de los habitantes de aquel poblado y le ordenó que difundiera su culto.

Desde entonces esa imagen —bastante parecida a la que usan en las películas y caricaturas para representar a la muerte— se ha expandido por todo el país. Aunque tiene un lado oscuro: se cree que la mayoría de la gente que la adora son delincuentes y gente de barrios populares que le piden favores para protegerlos en sus actividades ilícitas.

Cuentan que “La Niña Blanca’’ como también se le conoce, realiza milagros, pero si no le cumplen con el culto ofrecido, se los cobra con la vida de un ser querido. Por ello, es común ver altares en su honor, con su imagen, rodeada de veladoras, incienso, dulces, bebidas alcohólicas y comida.

El Divino Niño (estampita o figura)

Esta figura santa tan colombiana fue un símbolo protagonista del enfrentamiento a sangre y fuego que tuvieron durante varios años Pablo Escobar y el ex director del DAS, Miguel Alfredo Maza Márquez, quien, irónicamente, ahora está preso en la cárcel y enfrenta una condena de 30 años por participar en la planeación del magnicidio del expresidente Luis Carlos Galán en 1989, junto con el Cartel de Medellín. Sin embargo, el enfrentamiento entre ambos fue muy mediático en su momento: Escobar usó miles de kilos de dinamita en dos atentados contra Maza, uno de ellos en frente del DAS. Maza aseguraba que salió ileso de estos ataques, y Pablo Escobar decía lo mismo: que el Divino Niño lo había ayudado a escapar de varios cercos de la fuerza pública en ese entonces.

El Santo Juez

Este es el santo de la devoción de Rosario Tijeras en la novela de Jorge Franco. Muchos criminales, sobre todo colombianos, lo relacionan con sus encomiendas: le rezan para que no los atraviesen las balas, para hacer invisibles los cargamentos de droga o para ocultar las caletas que ocultan en distintos puntos de la geografía colombiana. Es representado con la figura de Jesús crucificado.

Virgen de Aguacatala

También conocida como la Virgen de la Rosa Mística, esta figura se ubica en El Poblado de Medellín. A la virgen acuden personas de todo tipo, y es simbólica en la ciudad porque logró reunir en este espacio a la mafia paisa, la delincuencia y a la sociedad tradicional católica. La legalidad y la ilegalidad se reúnen al tiempo a pedir por favores y fechorías desde los años 90, época en la cual la virgen se popularizó cuando el narcotráfico y la delincuencia aumentaron los secuestros en la ciudad: familias de secuestrados y secuestradores se reunían a rezar en el mismo lugar.

Virgen de Sabaneta

La Virgen de Sabaneta es la misma María Auxiliadora, una figura muy popular entre el sicariato paisa en los años 90. Fernando Vallejo la inmortalizó en su obra refiriéndose a ella como Virgen de los Sicarios, el título del libro que publicó en 1994. Según algunos medios, era común en esta época ver todos los martes una procesión de mafiosos y sus acompañantes, persignándose ante la virgen y pidiéndole favores relacionados con la ilegalidad.

Gauchito Gil

Este personaje es una figura popular del folclor argentino. Existen tres versiones sobre quién era este hombre que en realidad se llamaba Mamerto Gil. Unos dicen que conquistó una viuda adinerada y luego se fue a pelear la Guerra de la Triple Alianza, y luego fue ejecutado por desertar en otra guerra; otros creen que era un cuatrero del partido autonomista ejecutado por un policía al que le dijo que se iba a arrepentir de ejecutarlo; otros más creen que era el líder de una banda de saqueadores autonomistas que robaban a los ricos y mataban a los liberales.

Jesús Malverde

A diferencia de La Santa Muerte y San Judas Tadeo, ese personaje sí existió en la vida real. Fue un bandido de Sinaloa que robaba a las familias ricas del Estado hace más de 100 años. Se le conoce como una especie de Robin Hood mexicano, pero desde hace algún tiempo se le ha considerado como el santo de los narcotraficantes en el país.

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Fernando Alvarez

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Fernando Alvarez
Etiquetas: Narcotrafico