En mayo pasado, Quintana Roo fue noticia-escándalo gracias al autonombrado creador de la “autosanación” y “gurú” sexual de los famosos, Ricardo Ponce, quien fue denunciado en redes sociales por una conocida ‘youtuber’ de liderar en Bacalar una especie de culto sexual disfrazado de “retiros espirituales”, en donde aseguró haber sido abusada por éste, aprovechándose de la vulnerabilidad del estado emocional en que entonces se encontraba.
Tras la acusación de la ‘influencer’, otras famosas se soltaron y acusaron haber sido víctimas también de situaciones similares a manos de Ponce, quien asegura que sus “poderes” provienen de la comunicación con Jesús y con seres de otras dimensiones que le han dado el “don” de transportar a las personas a sus vidas pasadas para “sanarlas”. Un ente casi Divino, según él.
Detonado el escándalo, la Fiscalía General del Estado desplegó un operativo en el hotel “Akalki” de Bacalar, sede de los eventos del supuesto “sanador”, y si bien en un principio dijo que se atenderían de oficio las denuncias de las víctimas, al final le dio “carpetazo” al asunto ya que, afirmó, ninguna de ellas había presentado una querella “formal”. O sea, la clásica “falta de pruebas”.
Por alguna extraña razón, el ‘coach’ espiritual se libró de ser investigado y enjuiciado por los supuestos delitos cometidos en nuestro estado, que son temas delicados y que forman parte de la agenda feminista aún sin resolver, por lo que cualquiera con dos dedos de frente habría supuesto que dejaría en paz por un rato sus cuestionables actividades y que, sobre todo, no volvería a poner un pie en Quintana Roo por un buen tiempo.
¿Pero qué creen?: Que no fue así.
Ni una cosa ni la otra.
Apenas tres meses después, burlándose de las acusaciones que pesan en su contra (que aunque hayan sido a través de las redes fueron reales, con nombres y apellidos de las víctimas) y de paso de la propia Fiscalía que lo exoneró en mayo pasado, este descarado “gurú” del sexo decidió volver a las andadas… y escogió de nuevo a Bacalar como sede de su próximo “retiro”.
En su página oficial, Ricardo Ponce promociona abiertamente su evento, a celebrarse en fechas próximas, el cual tendrá como tema central “Sexualidad y Sanación de las Emociones Relacionadas con Abusos Sexuales”, con un costo de 50 mil pesos para las personas “normales” y de 65 mil para los clientes VIP, en el mismo hotel “Akalki” de antes. Vaya, ni de ubicación se movió el charlatán, que vive de explotar las emociones humanas y que parece -y lo demuestra- que no le teme a nada ni a nadie, aquí.
Según la publicidad, para los y las asistentes de 50 mil pesos el curso incluye habitación compartida, un tapete de yoga gris, un termo edición “Bacalar 2021”, el libro “Ananda: El Juego de la Vida” autografiado por él y un repelente de insectos. Toda una ganga.
En tanto, los más afortunados con boleto VIP de 65 mil pesos tendrán derecho a habitación privada con acceso directo a la laguna, asientos en las primeras filas, tapete color negro, termo y camiseta edición “Bacalar 2021”, el libro autografiado, un repelente, un kit de amenidades y, lo mejor de todo, el privilegio de poder compartir en comidas y cenas la mesa del “maestro” que no sólo habla con Jesús, sino también con ángeles y arcángeles.
¿Conseguirá Ponce realizar de nuevo sus eventos en Quintana Roo, al que tanta mala fama le ha generado con sus sonados y hasta ahora impunes escándalos sexuales?
¿Le permitirán las autoridades salirse con la suya con este absurdo, que no sólo es un reto a la aplicación de la ley y la justicia, sino un descarado agravio a la agenda feminista que aún le reclama al Estado varios pendientes?
¿No podrá alguien convencerlo de que escoja otra sede para realizar sus polémicas actividades y advertirle que podría ya no correr con la misma suerte de antes?
Porque siendo sinceros, entre pandemia, sargazo y huracanes, en Quintana Roo ya no necesitamos más propaganda negativa como la que su nombre, y la impunidad que lo cobija, nos ha venido acarreando.
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