Bacalar y su impresionante Laguna de los Sietes Colores fue puesto en los ojos del mundo por el prestigiado diario estadounidense The New York Times, que asegura que será el nuevo destino turístico a visitar en Quintana Roo.
En un artículo publicado llama a los norteamericanos a poner los ojos en ese paraíso quintanarroense, que destaca por su paradisiaca vista y sus historias de piratas.
“¿Es este el próximo Tulum? Los viajeros dicen que la ciudad de Bacalar, en la Península de Yucatán, está preparada para ser el próximo gran destino de la región”, se destaca en el artículo escrito por la periodista Lauren Sloss.
Por su parte, el gobernador del estado, Carlos Joaquín, destacó este hecho en sus redes sociales y escribió en su cuenta de Twitter: ¡#Bacalar es noticia en el @nytimes. ¡Este medio líder en #EstadosUnidos lo considera «El próximo GRAN destino para visitar!», gracias a la belleza de su Laguna de 7 Colores y la calidez de su gente. ¡Ayúdanos a preservar este paraíso!
Aquí, parte del artículo publicado por The New York Time.
A primera vista, la laguna de Bacalar parecía un milagro, un destello luminoso de turquesa entre un mar de árboles. La “laguna de los siete colores” serpentea por la selva, contando historias de orígenes mayas y ataques piratas a lo largo de casi 42 kilómetros de largo por solo 1.6 de ancho.
Los tonos cambiantes, cortesía del fondo blanco de piedra caliza de la laguna, casi exigen ser fotografiados y yo cedí ante su encanto, pero mi fotografía no se comparaba en nada con la realidad, ni tampoco las 443.000 y más imágenes de #Bacalar disponibles en Instagram, que muestran a la laguna desde distintas atalayas, en distintos momentos del día, con gente hermosa sobre columpios junto a esas aguas y grupos de parranderos que alzan sus cervezas para brindar ante la cámara.
Si las examinamos con cuidado, esas fotografías también muestran otras cosas: colores que, aunque impresionantes, ya lucen desdibujados. Gente de pie y caminando sobre estromatolitos, antiguas formas de vida de gran importancia científica; contaminación, literalmente nubes negras en las aguas azul celeste, ignoradas o inadvertidas por las parejas, las familias y los amigos sonrientes.
A principios del año pasado, comencé a escuchar que las personas hablaban aquí y allá sobre la laguna y el pueblo de Bacalar, ubicado en el extremo sur de Quintana Roo: desde un conductor de Uber en Denver, afuera de un bar de mezcal en Ciudad de México, hasta un buzo profesional en la costa de Cozumel.
En mayo vine a verlo con mis propios ojos y regresé en noviembre; me pareció tan milagroso como la primera vez. Pero mi segunda visita también amplió mis preguntas sobre Bacalar. ¿La extraordinaria belleza de la laguna, su inmensa instagramabilidad, será su propia ruina? ¿Estas imágenes, instantáneas de vacaciones despreocupadas, se volverán recordatorios conmovedores de algo perdido? ¿Acaso mi presencia solo iba a acelerar su destrucción?
Se cree que el nombre de Bacalar proviene del maya “Bakhalal”, que significa lugar de carrizos. La ciudad, colonizada por los españoles en el siglo XVI, se encuentra subiendo una colina desde la laguna y se disemina a partir de un zócalo, o plaza central, anclada por el Fuerte de San Felipe. El pueblo, que parece languidecer ante el calor húmedo de la selva, se mantiene compacto y caminable; un camino costero, al que se puede acceder fácilmente en automóvil o bicicleta, se extiende a lo largo de la costa sur de la laguna.
Las comparaciones con Tulum, a 214 kilómetros al norte y el ejemplo más reciente de crecimiento explosivo sucedido en la Costa Maya de Quintana Roo, probablemente son inevitables. Al igual que ese pueblo, Bacalar tiene cenotes, orificios naturales en los que se puede nadar y que se crean en la piedra caliza, antiguos sitios arqueológicos mayas (Dzibanche y Kohunlich) y, claro está, esas aguas maravillosas y fotogénicas. No obstante, Tulum ahora también es sinónimo de un sobredesarrollo inconsciente. Antes de Tulum, fue Playa del Carmen; antes de Playa del Carmen, Cancún.
Pero se avecina un auge aún mayor, debido al Tren Maya, una vía ferroviaria de 1,460 kilómetros que busca conectar los estados de Quintana Roo, Tabasco, Campeche, Chiapas y Yucatán, con una escala en Bacalar y planea completarse para 2023. Con la llegada del tren, la relativa inaccesibilidad de Bacalar -que se encuentra a cuatro horas en automóvil del aeropuerto de Cancún-, ya no será un impedimento para un crecimiento todavía más explosivo.
PUEDES LEER:
Invaden laguna de Bacalar lancheros piratas
Realizan campaña para preservar la laguna de Bacalar
Esta web usa cookies.