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“Incubadora” hecha de garrafón mantiene “vivo” a bebé en Sonora

Sonora.- Surgen más negligencias en el hospital de Magdalena de Kino, Sonora, (tierra del asesinado excandidato Luis Donaldo Colosio), ahora exhiben una “incubadora” hecha de garrafón de agua, con la que mantienen “vivo” a un bebé, aunque no se sabe por cuánto tiempo.

Todo comenzó con el caso de la bebé que nació en el carro de su familia cuando se le negó atención médica a su madre, en labor de parto, en el Hospital Comunitario de Magdalena de Kino, Sonora, el cual generó indignación en las redes sociales.

Ante la negativa del personal médico y, después de que la niña naciera a bordo del vehículo, cuando se dirigían a su casa, los padres tuvieron que regresar al hospital para nuevamente pedir ayuda; fue allí que se atendió a la madre y se ingresó a la recién nacida a un casco de oxígeno improvisado con un garrafón de agua, a falta del equipo necesario.

Proyecto Puente retomó los casos de dos mujeres que dan testimonio de esto; una de ellas, aseguró haber sufrido violencia obstétrica en el mismo hospital, acción que acabó con la vida de su hijo recién nacido; una más denunció que, en su caso, usaron el mismo casco de garrafón para atender a su hijo.

Es seguro que el hospital de Magdalena de Kino, en Sonora, no tiene para una incubadora, pero ¿qué tal para las cirugías de la gobernadora, Claudia Pavlovich?, para eso sí hay recursos.

Diferentes episodios de negligencia

Natalie Moreno, de 35 años y residente de Magdalena, narró que hace diez años, cuando llegó con trabajo de parto y con intensos dolores al hospital comunitario, un doctor le dijo que no era tiempo de que naciera su bebé y le ordenó que se regresara a su casa.

“Después, regreso en la madrugada por que se me reventó la fuente, a la 01:00”, explicó Natalie en entrevista, “luego ya eran las 04:00 y no me atendían; ya no tenía ni líquido (amniótico) lo había tirado todo, llegué echando sangre”.

Entonces sintió el dolor más fuerte. La cabeza de su hijo empezó a asomarse y fue hasta entonces que la pasaron al área de partos, no sin antes esperar a que el doctor se vistiera y donde, después de parir, ningún pediatra revisó a su hijo, quien había tragado líquidos y desechos del cuerpo de ella, lo que le provocó una fuerte infección en la sangre que afectó sus órganos.

El niño que nació el 27 de octubre de 2009, murió el 23 de noviembre del mismo año, a menos de un mes de distancia, en terapia intensiva del Hospital General del Estado, en Hermosillo.

“Fueron días donde estuvo lleno de aparatos”, agregó Natalie, “estuvimos luchando mucho, pero no lo logramos… este señor (el médico) quería que yo me esperara al turno de la mañana para que me atendieran, y si me hubiera atendido cuando yo no aguantaba, cuando le dije, no hubiera pasado nada de esto.

Somos gente de escasos recursos que acudimos al centro de salud, yo no sé por qué nos tratarán así, no somos animales”, concluyó.

 

17 años con el mismo garrafón, o ¿ya lo habrán cambiado?

Angélica Figueroa, de 34 años y también habitante de Magdalena, relató que le parece increíble que, a 17 años de distancia, la situación de su hijo se repitiera, pues también fue atendido con un casco de oxígeno improvisado con un garrafón a falta del equipo especializado.

En 2002, la madre tuvo complicaciones por preeclampsia y le tuvieron que practicar una cesárea de urgencia; sin embargo, a su hijo recién nacido no se le revisó ni se le detectaron a tiempo las complicaciones que vendrían: a los días se agravó, se puso morado y empezó a arrojar espuma por la boca; allí le pusieron el garrafón para que respirara. Después tendría un paro respiratorio.

“Mi papá exigió el traslado a Hermosillo, al DIF, y allí llegó con neumonía, con el paro respiratorio y las complicaciones que no se le detectaron en el embarazo”, explicó Angélica, “nosotros vamos al hospital de urgencia y nosotros entendemos que se tardan para atender, es lo normal.

Sabemos que no es culpa de los doctores y enfermeros, pero sí del Gobierno que no da recursos o no exige recursos ahí”.

 

Nuevo hospital inconcluso

En diciembre de 2015, la Gobernadora Claudia Pavlovich Arellano anunció la creación de un nuevo Hospital General para Magdalena, con una inversión inicial de 123 millones de pesos, pero fue hasta octubre de 2016 que se ejecutaron las primeras labores de construcción del espacio que sigue inconcluso.

El proyecto apuntaba un terreno que consta de 16 mil metros cuadrados, de los cuales 4 mil 200 serían ocupados por el asentamiento del hospital que, una vez terminada la construcción, contaría con camas censables y área de urgencias para sustituir el antiguo hospital “que presenta serias deficiencias en su servicios”, como señalaron en el boletín de prensa de aquel momento.

Las evidentes inyecciones de botox y colágeno de la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, para esas sí tienen recursos suficientes.

Obras en el olvido, la “indignación” de la gobernadora

El 23 de marzo de 2018 la mandataria hizo la entrega oficial de la segunda etapa del hospital en Magdalena y, el 27 de noviembre del mismo año, durante un evento en Cajeme como parte de la gira de despedida de Enrique Peña Nieto, la Gobernadora agradeció al expresidente por las importantes obras que se desarrollaron en Sonora -como cuatro tramos carreteros- y que, en algunos de los casos, siguen sin prestar servicio a la población al igual que este hospital.

En un hilo de Twitter publicado por la mandataria la tarde de este lunes, entre otros asuntos relacionados al caso de Magdalena, ordenó “que se agilicen las gestiones ante el @GobiernoMX para que concluya el equipamiento del nuevo Hospital de #Magdalena, ya que URGE inicie operaciones para garantizar los servicios de salud dignos”.

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Fernando Alvarez

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