El escenario se cimbra. Cambio de fichas y negociadores. Iniciamos el mes de septiembre con un panorama bastante movido en política: Se instala la LXV Legislatura con cinco diputados quintanarroenses. Tres del Partido Verde, Juan Carrillo, Laura Fernández, Santi Montemayor.
Dos de MORENA, Anahí González, Alberto Batún. Que se convierten en automático en actores muy visibles y con influencia según su desempeño, previo al 2022.
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El PRI pierde una posibilidad. Pedro Joaquín Delbois será inscrito en el registro de agresores por violencia política por 5 años 4 meses, lo que lo deja fuera de la jugada, aunque impugne. Había quienes señalaban que seguía siendo el más conocido priista en la última encuesta, aunque perdió la reelección en Cozumel.
Y podemos esperar en todo el estado una mayor presencia de Luis Alegre, que puso broche de oro a su encomienda, que llevó término sus tres años en el Congreso lo cual es un mérito en un estado donde muchos usan como trampolín para buscar otro cargo, con un informe detallado de sus acciones estos tres años como Diputado Federal.
En el que destacan la suma de esfuerzos ciudadanos y empresariales a favor de la gente que más lo necesita, acciones para las que, como él expresa “no necesita ser diputado” para darles continuidad. Ahora podrá concentrarse aún más en representar al presidente AMLO en su proyecto más emblemático del Tren Maya.
La renuncia del Consejero Jurídico del presidente, Julio Scherer, que hasta ahora había sido el principal operador político del presidente, que en lo que se confirma o no su salida, pierde poder y funciones con el nombramiento del nuevo Secretario de Gobernación, también tiene repercusiones en Quintana Roo.
Generó en los equipos de apoyo de las dos principales aspirantes a gobernadora: “temblorina nerviosa” en algunos o “afirmaciones desbordadas” en otros.
La realidad es que el panorama nacional repercutirá de manera irremediable en la sucesión 2022 en todos los estados. A mitad del camino el Presidente AMLO tiene que garantizarse a sí mismo gobernabilidad y fortaleza, y en ese sentido empieza a recomponer su equipo y apuntalar sus prioridades.
Lo dijo en su informe, hace unas horas, su objetivo es consolidar la Cuarta Transformación. Seguir desarticulando viejas prácticas, “sería muy difícil dar marcha atrás a acciones que se han tomado”, de hecho, mostró su confianza en que la población votará en marzo porque continúe hasta el 2024, para consumar la 4T.
Y la mayoría de los mexicanos están expresándole su respaldo. Llega a este cuarto año de gobierno con 59% de aprobación en el país, en Quintana Roo el 62%, superando a sus antecesores en un momento similar.
Así que está necesidad de consolidar, podemos esperar que dé pie a actos de autoridad cada vez más frecuentes, pero también a negociaciones complejas para retener a sus aliados y, sumar a quienes no lo son, pero que garanticen resultados, triunfos en el Congreso o en las urnas.
Esta recomposición nacional puede afectar las decisiones para Quintana Roo 2022. Si las fichas cambian, los resultados finales también. Si los negociadores cambian, el sentido de las negociaciones también.