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Interface: ¿Muerte o hambre, la realidad del semáforo epidemiológico?

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Interface: ¿Muerte o hambre, la realidad del semáforo epidemiológico?.- En cada municipio la interpretación del regulador sanitario establecido por la autoridad estatal toma una versión distinta; unos distinguen el naranja como alerta de riesgo, otros deciden hacer caso omiso a los colores bajo la premisa de “muerte o hambre” en medio de la pandemia del coronavirus.

A lo lejos se puede notar de inmediato que en la nueva normalidad nada a cambio drásticamente dentro del tianguis de la región 100 en Cancún. Los puestos están colocados unos a otros, el pasillo luce saturado de personas como cada domingo y de los protocolos sanitarios poco o nada se puede observar.

El calor del caribe mexicano también revela la alta temperatura que se siente en uno de los mercados rodantes ícono del principal destino turístico, debido a que la masa humana solo se detiene para la adquisición de raspados, tepache y micheladas preparadas que, en esta ocasión, se encuentran en promoción a dos por 50 el litro de cerveza con mezclas preparadas.

Y es que la teoría sostiene que en estos momentos de contingencia sanitaria, el río de personas no debiera tener cauce en las calles de la región 100 que cruzan de la avenida López Portillo hacía la Francisco I Madero, mejor conocida como la ruta 4.

Sin embargo, la teoría no aplica en este lugar. Tampoco los llamados de guardar sana distancia y mucho menos el Quédate en Tú Casa. Aquí lo que priva es la necesidad, la urgencia, y contener el hambre.

“Ojalá no nos regresen a rojo, pusimos un túnel sanitizante que para que te digo, pero por más que le decimos a los compañeros que tomen medidas de higiene, aunque sea las mínimas, pero pues aquí ya se dijo muy claro lo que se quiere. Muerte o hambre, así dicen los compañeros”, sostiene D.M, una de las fundadoras del tianguis de la región 100 que cuenta con 25 años de historia en el principal destino turístico del país.

La entrevistada no quiere revelar su nombre completo mientras se coloca gel antibacterial en las manos. Tiene miedo. Es de los pocos locatarios que tratan, mínimamente, de cumplir con los protocolos sanitarios.
Se reserva la identidad porque es persona conocida en el tianguis y es de las que más ha hablado acerca del tema de evitar, a todo costo, que las autoridades volteen a verlos y decidan volver a restringir la colocación de impuestos

Y es que entre los mismos tianguis se ha hablado del asunto. Se llevan a cabo juntas de locatarios y se expone la situación personal de cada uno. Hasta ahora, ha tomado ventaja la necesidad de generar sustento que cumplir normas de higiene.

“Me han dicho que de algo se tiene que morir uno, menos de hambre. Así que han ya decidido cómo vamos a trabajar. Hasta que esto dé de sí”, refuta con cierto lamento la entrevistada.

La situación que se vive en el tianguis de la región es la misma en todos los mercados rodantes. Y es un reflejo de lo que los quintanarroenses, en mayor o menor medida han decidido hacer para enfrentar la pandemia, bajo sus propias acciones y restricciones

En Quintana Roo, al igual que en todo el país, la nueva normalidad para muchos, en realidad es la vieja normalidad maquillada con botellas de alcohol, desinfectantes de todo tipo y un cubre bocas que se utiliza por debajo de la nariz en la mayoría de los casos.

Apenas se dio la apertura el pasado 1 de junio y se decretó el semáforo naranja, muchos decidieron que no había más tiempo que perder y recuperar algo de lo perdido, sin importar el riesgo de perder la vida.

El naranja significa, de acuerdo al semáforo epidemiológico, nivel alto de contagio. Para muchos esto no ha sido impedimento. Cientos de personas, comerciantes y quintanarroenses en general, decidieron ver el color naranja con tinte verde, aunque la vida se les vaya en esa mirada sin saber cómo, cuándo y porqué, pueden pasar a ser parte de la estadística del reporte diario de Covid-19 en la entidad.

En estos momentos, puede más la emergencia económica que se vive a nivel nacional que la lucha por frenar la posibilidad (muy alta) de un posible rebrote de coronavirus en el estado.

El origen de esto es simple: hay que obtener dinero para comer. La pandemia dejo claro que la economía estatal es endeble al cien por ciento y la atadura que se tiene de la industria turística para sobrevivir.

Por esta razón la contención que pide el semáforo naranja apenas genera eco en unos cuantos. La frase hambre o muerte, entre tianguistas y comerciantes podría sonar exagerada, pero muchos la han tomado como un mandato de realidad.

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