Esta semana que pasó ha sido prodiga en señales a favor de un contundente triunfo de la Cuarta Transformación en la elección a gobernador que se realizará en junio de 2022 en el estado.
Una de esas señales, contundente, tiene que ver con la máxima tensión que se vive dentro de la alianza PAN-PRD-PRI, y que amenaza con romper esa coalición.
Esta semana, por ejemplo, hubo concretas señales desde el PAN, emitidas por el diputado Eduardo Martínez Arcila, de que el PRI debe definir de qué lado está. Las palabras del diputado tuvieron que ver con la alianza del PRI y Morena en el Congreso para impulsar una gubernatura de seis años que beneficiaría al partido guinda.
La situación tiene un correlato en la política nacional. El dirigente nacional panista, Marko Cortes, de paso por Quintana Roo para participar de la Sesión Solemne por el aniversario del estado, dijo que si el PRI vota la reforma energética de AMLO, la alianza con ese partido se cae.
En lo local, dijo que el PAN está listo para ir sólo en 2022, si no se llega a un acuerdo con sus aliados. O sea, van abriendo el camino para que la alianza se rompa.
En ese contexto, no fue gratuito que el PRI mostrara algunas de sus cartas.
Por ejemplo, el secretario de Gobierno del estado, Arturo Contreras, apareció en medios de comunicación, en una señal muy evidente de que quiere ponerse en la primera fila para un eventual candidatura de un PRI a que vaya solo en 2022.
Tampoco fue gratuita la postura del ex alcalde de Cozumel, Pedro Joaquín Delbouis, que ya con sus derechos políticos a salvo, está abierto a una candidatura en 2022.
El plan de Pedro Joaquín no es ganar la elección, sino comenzar el verdadero proceso de refundación del PRI, ante lo que imagina como la inminente debilitación de Morena cuando todas sus administraciones municipales empiecen a fallar.
Otro sector del PRI, vale aclararlo, tiene la idea de ir solos a la elección, para fracturar el voto opositor y garantizar el triunfo de Morena. O sea, actuar como aliados de facto de la 4T.
Hasta en el PRD a comienzan a pensar si ir solos, con un candidato muy ligado al partido, no podría ser mejor para garantizar obtener los votos necesarios para mantener el registro, que es el verdadero desafío de ese partido.
La alianza con el PAN le ha dejado muy poco al PRD, que en cada elección está al filo de desaparecer, y en la próxima elección, si Morena arrasa, la posibilidad de que el partido desaparezca no es menor.
Ante ese escenario, los partidos del oficialismo estatal, ligados al neojoaquinismo, que pasan su peor momento del sexenio, sólo parece en condiciones de pelear por el
Congreso, y ver si pueden ganar algún distrito.
El que sale ganando de todo esto, por supuesto, es Morena y sus aliados. Ni siquiera junto el oficialismo tiene grandes posibilidades de ganarle a la 4T. Pero si van separados, la elección de junio de 2022 para Morena será un verdadero día de campo.
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