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Reabren el caso Colosio por orden de la CNDH

Reabren el caso Colosio por orden de la CNDH
Reabren el caso Colosio por orden de la CNDH

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) recomendó a la Fiscalía General de la República (FGR) que realice una nueva investigación del caso Mario Aburto Martínez, señalado como actor material del asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de México, ocurrido en 1994.

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El mensaje del organismo llega después de que recibiera una nueva queja por parte de Aburto Martínez, “donde señaló que desde hace 27 años ha denunciado ante esta Comisión actos de tortura reiterada y continuamente, puntualizando que, desde el 31 de agosto de 1994, existe en la FGR una investigación por esos hechos, agregando que reclama la reapertura de su caso para que se dé a conocer la verdad a toda la sociedad”.

“La víctima y sus familiares manifestaron a este organismo nacional que, durante 27 años, las autoridades penitenciarias lo han mantenido lejos de su familia, toda vez que los centros penitenciarios donde ha sido recluido se encuentran lejos del lugar donde radican, solicitando urgentemente su traslado a un Centro de Reinserción en Baja California”, recordó en un comunicado.

Mario Aburto Martínez, autor material del magnicidio.

Mario Aburto Martínez, autor material del magnicidio.

Colosio, a 27 años del magnicidio

El último sexenio del siglo XX inició con un año electoral marcado por el levantamiento del movimiento zapatista en Chiapas, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y el asesinato del candidato del PRI y virtual sucesor presidencial, Luis Donaldo Colosio.

A 27 años de distancia los efectos del magnicidio son evidentes, coinciden analistas.

Porfirio Muñoz Ledo, uno de los impulsores de la iniciativa Exigencias mínimas para las elecciones de 2018, que recientemente se presentó ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, asegura que la transición que sacó al PRI de Los Pinos en 2000, comenzó en 1988. “Pero nos echaron para atrás y en 1994 se produjeron una serie de elementos que volvieron a relanzar la transición, entre ellos el magnicidio”.

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El asesinato de Colosio fue un parteaguas que comenzó a descomponer a la clase política, dice el periodista José Reveles. “En septiembre de ese mismo año mataron a José Francisco Ruiz Massieu y algunos analistas creen ver la misma mano en ambos homicidios”, la de la familia Salinas de Gortari.

La muerte de Colosio fue también la del viejo sistema priísta, considera Federico Arreola, director de SDP Noticias y hombre cercano al candidato. “El sistema aquel lo fundó un sonorense, Plutarco Elías Calles, y terminó con el asesinato de otro sonorense, Luis Donaldo Colosio”.

Desde entonces la sociedad mexicana empezó a descreer de las investigaciones oficiales, asegura Reveles. “La última fiscalía, de Luis Raúl González Pérez, hoy presidente de la CNDH, confirmó la versión del asesino solitario, que no creía ni el papá de Colosio; lloraba de impotencia y coraje porque para él había un grupo político detrás de la muerte de su hijo”. Cuenta Reveles que platicó con él, poco tiempo después de terminadas las investigaciones.

“Hace siete meses, la CNDH recibió una nueva queja por parte del agraviado (Mario Aburto), donde señaló que desde hace 27 años ha denunciado ante esta Comisión actos de tortura reiterada y continuamente, puntualizando que, desde el 31 de agosto de 1994, existe en la FGR una investigación por esos hechos, agregando que reclama la reapertura de su caso para que se dé a conocer la verdad a toda la sociedad”, dijo el organismo.

“Hace siete meses, la CNDH recibió una nueva queja por parte del agraviado (Mario Aburto), donde señaló que desde hace 27 años ha denunciado ante esta Comisión actos de tortura reiterada y continuamente, puntualizando que, desde el 31 de agosto de 1994, existe en la FGR una investigación por esos hechos, agregando que reclama la reapertura de su caso para que se dé a conocer la verdad a toda la sociedad”, dijo el organismo.

El año que vivimos en peligro

En mayo de 1993 mataron al cardenal Posadas Ocampo en Guadalajara y en junio de ese año capturaron por primera vez al Chapo Guzmán. Ese ambiente precedía al magnicidio, recuerda José Reveles. “Se empezó a gestar la narco-política; lo decía en su momento Mario Ruiz Massieu: ‘los demonios andan sueltos’. Él creía que detrás de la muerte de su hermano estaban fuerzas oscuras”.

Con un ambiente de violencia generalizada, este año electoral arrastra las consecuencias de aquel 1994. Federico Arreola asegura que la desconfianza que se generó entonces ha ido en aumento. “Ni las autoridades ni los partidos se han ganado la confianza de nadie”.

Aquella bala que atravesó la cabeza de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas truncó un desarrollo de México que pudo haber sido más acelerado, advierte Arreola. “Pero hizo lo que se había comprometido a hacer: la liberación de la política en México. Lamentablemente no desde Los Pinos. Mal que bien, ahí vamos con la democracia. Una noche antes de que saliera de gira a Sinaloa, Baja California Sur y a Tijuana, en donde lo mataron, Colosio cenó con un perredista ya muy conocido y polémico: Andrés Manuel López Obrador. Tenía comunicación con líderes de oposición, con sectores de la Iglesia, estaba haciendo las cosas de una manera muy diferente, en un contexto muy complicado”.

Todo lo sucedido fue resultado del agotamiento de un modelo político, dice Reveles. “El zapatismo surgió en protesta porque el gobierno estaba empezando a pactar la venta de los recursos naturales, de nuestra soberanía, con el TLC. Esa apertura no fue benéfica, las trasnacionales que se comportan con cierta honorabilidad en otros países son una presencia perversa en países como el nuestro”.

No hay que olvidar las lecciones de la historia, dice Porfirio Muñoz Ledo, quien formó parte de una comisión de investigación en el Senado tras el magnicidio. No cabe duda que la muerte de Colosio fue un crimen combinado entre el narco y la gente en el gobierno.

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